En la clase de Lengua y Literatura hemos jugado a inventar historias cortas según la técnica del binomio fantástico del italiano Gianni Rodari. Consiste en buscar dos palabras al azar, que no tengan ninguna relación entre ellas y después escribir una narración original que contenga las dos. Rodari propuso parejas de palabras como ladrillo/canción, Caperucita/helicóptero, luz/zapatos, perro/armario… Cuanta más distancia haya entre las dos palabras, más absurda y divertida podrá ser la historia. ¡Probadlo! Aquí podéis leer dos ejemplos de los alumnos de 2º de la ESO.
Gato y pegamento
Había un gatito que siempre que su amo no le daba de comer, lloraba mucho. Un día a su dueño se le olvidó dejarle la comida al salir y el gatito estaba muy hambriento. Así que decidió buscar su propia comida. Empezó a destrozar toda la casa en busca de su leche. De repente vio un botecito blanco y le gustó mucho. Lo tiró al suelo y se abrió. Empezó a salir un liquidito blanco al igual que la leche, pero era muy pegajoso. Tenía mucha, mucha hambre y decidió bebérselo. Desde entonces cada vez que llora le salen lágrimas de pegamento.
La Xinita 2ºD
La Xinita 2ºD
Dardo y dinamita
Una vez en un pueblo pequeño ocurrió algo que nadie se podía creer. En un bar que estaba situado casi a la salida, el dueño puso una diana para que todas las personas que fueran al bar se divirtieran. A media noche, él empezó a escuchar un ruido extraño. Cuando salió vio a los dardos jugando y hablando. El hombre no se lo podía creer y se lo contó a todos. Nadie le creía y decían que estaba loco. Al otro día él se volvió a quedar dormido en el bar, cuando de repente escuchó una explosión. El hombre se despertó nervioso y cuando miró hacia la diana vio una caja de dinamita que estaba jugando con los dardos. Llamó a la gente del pueblo y todos lo vieron. Desde entonces, los vecinos iban todos los días a pasarlo bien viendo a los dardos y la dinamita jugando.
Diana Arias 2ºD
Una vez en un pueblo pequeño ocurrió algo que nadie se podía creer. En un bar que estaba situado casi a la salida, el dueño puso una diana para que todas las personas que fueran al bar se divirtieran. A media noche, él empezó a escuchar un ruido extraño. Cuando salió vio a los dardos jugando y hablando. El hombre no se lo podía creer y se lo contó a todos. Nadie le creía y decían que estaba loco. Al otro día él se volvió a quedar dormido en el bar, cuando de repente escuchó una explosión. El hombre se despertó nervioso y cuando miró hacia la diana vio una caja de dinamita que estaba jugando con los dardos. Llamó a la gente del pueblo y todos lo vieron. Desde entonces, los vecinos iban todos los días a pasarlo bien viendo a los dardos y la dinamita jugando.
Diana Arias 2ºD
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