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lunes, 7 de noviembre de 2011

POESÍA Y EDUCACIÓN


ÁNGELES COLEGIALES

Ninguno comprendíamos el secreto nocturno de las pizarras
ni por qué la esfera armilar se exaltaba tan sola cuando la
mirábamos. Sólo sabíamos que una circunferencia puede no ser
redonda y que un eclipse de luna equivoca a las flores
y adelanta el reloj de los pájaros.
Ninguno comprendíamos nada:
ni por qué nuestros dedos eran de tinta china
y la tarde cerraba compases para al alba abrir libros.
Sólo sabíamos que una recta, si quiere, puede ser curva o quebrada
y que las estrellas errantes son niños que ignoran la aritmética.

Rafael Alberti

miércoles, 28 de octubre de 2009

EFEMÉRIDES

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RAFAEL ALBERTI
16 de diciembre 1902 - 28 de octubre de 1999
Hoy hace diez años que Rafael Alberti murió en El Puerto de Santa María (Cádiz), la misma ciudad que lo vio nacer.
Fue un muchacho despreocupado e inquieto bajo la luz deslumbrante del sur. Demasiado, quizás. Su familia, burgueses de origen italiano, soñaba futuros para el niño Rafael, y decidió que estudiara en los jesuitas del Puerto, encerrado en los mismos muros que contemplaron los ojos de Juan Ramón Jiménez. Pero el niño Rafael salió artista: quería ser pintor (¡ay, esa sangre italiana!).
La familia se desplaza a Madrid cuando Rafael tiene quince años. ¡La capital! El joven pintor entusiasmado con las vanguardias, las primeras exposiciones...; la muerte del padre: la primera poesía para expresar el dolor. Un cambio de rumbo: ahora, Rafael será poeta con el mismo entusiasmo con que había sido pintor, sin dejar de ser nunca pintor. La salud se resquebraja. La tuberculosis le ronda y se hace necesario internarlo en un sanatorio de la sierra. En la paz de la altura añora como nunca el mar.
Restablecido, vuelve a Madrid. La Residencia de Estudiantes, los jóvenes amigos poetas. El éxito: su libro Marinero en tierra (1925), en el que ha vertido toda su añoranza del mar, recibe el Premio Nacional de Poesía (en el jurado estaba Antonio Machado). Está plenamente integrado en la Generación del 27.
Los años que siguen son turbulentos, rápidos, sorprendentes, dolorosos: la crisis espiritual, el compromiso político, el amor y la unión con María Teresa León, la poesía, la revista Octubre, los viajes políticos por el mundo, la Guerra Civil, la poesía de circunstancias, María Teresa, la derrota, el exilio, la añoranza, el compromiso político, María Teresa...
En 1977 regresa a España y es elegido diputado por el Partido Comunista. María Teresa sigue a su lado, pero ya no está. La vejez, los reconocimientos. La vuelta a El Puerto a esperar la muerte.
Quizás no fue el mejor poeta de la Generación del 27, pero fue el más apuesto. Ese aire de señorito de El Puerto de su juventud, y en la vejez, cuando salió a la superficie toda su sangre italiana, su cabeza fue la de un condottiero dibujado por Leonardo. Me gusta recordarlo así, con su melena blanca, inmaculada.
De su poesía -tanta- rescato ese sentido y neopopular Marinero en tierra; Sobre los ángeles, su obra más surrealista; su libro A la pintura, en el que funde sus dos vocaciones; La arboleda perdida, su libro de memorias. Quizá también algún poema suelto, por ejemplo estos dos que os ofrezco a continuación "La paloma" y "A galopar". Llegaron a mí así, cantados por Joan Manuel Serrat y Paco Ibáñez, respectivamente, y forman parte de mi vida y mis recuerdos.
En el vídeo de Paco Ibáñez aparece el propio Rafael Alberti recitando y cantando (es un decir). Es una buena forma de recordarlo.
Lola Sevila













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jueves, 28 de mayo de 2009

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MEMORIA DE LA MELANCOLÍA

María Teresa León


Memoria de la melancolía
María Teresa León
Edición, introducción y notas de Gregorio Torres Nebrera
Madrid, Castalia, 1999

Me entusiasma pensar que hay miles y miles de libros que me están esperando en alguna esquina de mi vida. Algunos no sé ni siquiera que existen, pero sí sé que el destino los pondrá en mi camino para que la Literatura me siga sorprendiendo y emocionando. De otros muchos conozco su existencia, pero, por diferentes razones, todavía no he concertado con ellos una cita, aunque estoy segura de que ésta llegará.


El libro del que os voy a hablar es de estos últimos. Sabía que María Teresa León (1903-1988) había escrito un libro de memorias, había leído ya algunos de sus cuentos y sentía (y sigo sintiendo) una gran curiosidad por esa bella mujer; no por haber sido la compañera de Rafael Alberti, sino por ella misma: fue una mujer valiente, coherente, culta e inteligente. Hace poco, desde el banco de uno de los puestos de la cuesta de Moyano, me llegó la cita con Memoria de la melancolía. Durante muchos días este libro ha acompañado mis ratos libres (pocos) y mis viajes matinales en el tren. Ha sido maravilloso poder abstraerme de mi contingencia y sumergirme en los recuerdos de María Teresa, que iban y venían trayendo a personajes y personalidades, paisajes, emociones y sensaciones, que se iban enlazando sin un orden cronológico (a veces a la manera proustiana).

La obra fue escrita en los años sesenta (probablemente se acabó en 1968) y publicada en 1970 en Losada, editorial argentina a la que tanto debemos. Por las páginas de Memoria de la melancolía pasan su infancia, la –todavía adolescente— esposa y madre, el fracaso matrimonial, el gozoso encuentro con Rafael, los amigos, la Literatura, los viajes, el compromiso político, la Guerra Civil, el exilio, la añoranza y, sobre todo, la melancolía. Todo eso en una obra que es “su mejor logro”, tal como afirma Torres Nebrera (por cierto, la introducción y las notas que él realiza son excelentes).

Si he de citar algunos pasajes que me han emocionado, me quedo con la entrañable evocación de su madre y con las páginas que hablan de la Guerra Civil, donde la lírica se trenza con la epopeya.

Me entristece pensar que toda la memoria vertida en este libro era ya una nebulosa en la mente de María Teresa cuando, en 1977, pudo –por fin—regresar a España. En el oscuro laberinto del alzheimer se fueron perdiendo todos y todo; incluso su amado Rafael se convirtió en un extraño. Menos mal que nos dejó estas páginas autobiográficas en las que quedaron cristalizados sus recuerdos, la añoranza y la melancolía.

En fin, espero que alguno de vosotros concierte una cita con esta obra en alguna esquina de su vida. Si es así, ojalá la disfrute tanto como la he disfrutado yo.

Lola Sevila

miércoles, 18 de marzo de 2009

SEMANA DE LA POESÍA/

Nuestra ex alumna Patricia Bejarano nos envía, como uno de sus poemas favoritos, el "Prólogo" a "Tres recuerdos del cielo", del poemario Sobre los ángeles de Rafael Alberti:



TRES RECUERDOS DEL CIELO

Homenaje a Gustavo Adolfo Bécquer.

PRÓLOGO

No habían cumplido años ni la rosa ni el arcángel.
Todo, anterior al balido y al llanto.

Cuando la luz ignoraba todavía

si el mar nacería niño o niña.

Cuando el viento soñaba melenas que peinar

y claveles el fuego que encender y mejillas

y el agua unos labios parados donde beber.

Todo, anterior al cuerpo, al nombre y al tiempo.

Entonces yo recuerdo que, una vez, en el cielo...

Rafael Alberti

martes, 17 de marzo de 2009

SEMANA DE LA POESÍA

María José González, del departamento de Matemáticas, nos envía el poema de Rafael Alberti dedicado a la razón áurea, también conocida como divina proporción, sección áurea o número áureo. Aunque parece ser que esta proporción era conocida ya desde el 2500 a.C. aproximadamente, fue Euclides (hacia el 325-265 a.C.) el primero en expresarla matemáticamente.

La razón áurea aparece en el Arte y en la Naturaleza.



A la divina proporción

A ti, maravillosa disciplina,

media, extrema razón de la hermosura

que claramente acata la clausura

viva en la malla de tu ley divina.

A ti, cárcel feliz de la retina,

áurea sección, celeste cuadratura,

misteriosa fontana de mesura

que el universo armónico origina.

A ti, mar de los sueños angulares,

flor de las cinco flores regulares,

dodecaedro azul, arco sonoro.

Luces por alas un compás ardiente.

Tu canto es una esfera transparente.

A ti, divina proporción de oro.

(Rafael Alberti, 1902-1999)

sábado, 14 de marzo de 2009

SEMANA DE LA POESÍA

Me vais a perdonar, pero yo voy a colgar dos poemas (y dad gracias, porque me estoy reprimiendo). El primero es de Borges, y ha llegado hasta mí hace muy poco; el de Alberti, viejo conocido, quiero dedicárselo a los tutores de nuestro instituto, sobre todo a los que tienen los cursos más díscolos, y especialmente a Juan Carlos.

Lola Sevila

Los justos

Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

Jorge Luis Borges (1899-1986)


Los ángeles colegiales

Ninguno comprendíamos el secreto nocturno de las pizarras
ni por qué la esfera armilar se exaltaba tan sola cuando la mirábamos.
Sólo sabíamos que una circunferencia puede no ser redonda
y que un eclipse de luna equivoca a las flores
y adelanta el reloj de los pájaros.

Ninguno comprendíamos nada:
ni por qué nuestros dedos eran de tinta china
y la tarde cerraba compases para al alba abrir libros.
Sólo sabíamos que una recta, si quiere, puede ser curva o quebrada
y que las estrellas errantes son niños que ignoran la aritmética.


Rafael Alberti (1902-1999)