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Hasta el 19 de diciembre se puede ver en el Teatro Pavón -sede provisional de la Compañía Nacional de Teatro Clásico- El alcalde de Zalamea, obra de Calderón que fue escrita probablemente hacia 1636 y que es lo que se conoce como un "drama de honor".
Junto con La vida es sueño, es la obra más famosa de Calderón de la Barca, un autor que conocía perfectamente la arquitectura teatral y que -más intelectual que Lope- era capaz de manejar el verso y de dar hondura a sus personajes.
El montaje, dirigido por Eduardo Vasco, es sobrio. Los personajes, sus voces y sus palabras son protagonistas absolutos. Magníficos Joaquín Notario como Pedro Crespo, y José Luis Santos como don Lope de Figueroa.
La Compañía Nacional de Teatro Clásico ya nos tiene acostumbrados a estos montajes dignos, siempre con una calidad media más que notable. Pero... para mi gusto el dramatismo ha quedado "rebajado". Probablemente ha sido la opción elegida por Vasco, también autor de la versión. Quizá el problema es que yo no puedo quitarme de la cabeza la versión que en 1988 hizo de la misma obra José Luis Alonso, también para esta Compañía. Recuerdo la grandeza dramática de Jesús Puente haciendo de Pedro Crespo (fue el mejor papel de su vida) y el desgarro de Adriana Ozores como mujer ultrajada. Quizá me estoy haciendo mayor y he acabado sublimando los recuerdos.
De todas formas, lo dicho, el montaje que ahora nos ofrece la Compañía Nacional de Teatro Clásico es digno y hermoso, y es una buena forma de acercarse a nuestro teatro clásico. Así que ya sabéis, daos una vueltecita por el centro de Madrid y aprovechad para ver buen teatro.
Marta de Nevares
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