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sábado, 21 de abril de 2012

LENGUA Y CINE: CUELLO PERKINS

De nuevo estamos ante una palabra tomada del cine que ha estado entre nosotros, pero que está a punto de morir. Ningún joven de hoy sabe qué es un cuello perkins, y lo más seguro es que tampoco conozca al actor Anthony Perkins, del que procede. Volvemos a hacer la prueba que realizamos con las sabrinas: ponemos “cuello perkins” en el buscador de Internet (en imágenes o en búsqueda). Aparecen unos jerséis con un cuello con pretensiones de alto, pero que se queda a medio camino; y seguro que aparece alguna imagen del actor que puso de moda ese tipo de cuello en los jerséis y que le dio nombre: Anthony Perkins.


Otra prueba de que la palabra existe son las fotografías que adjunto, tomadas hace sólo unos meses en un escaparate de una tienda de ropa masculina del centro de Madrid en la que venden, a buen precio, esas prendas de punto.




Todavía hay más, el pasado 13 de septiembre, el diseñador Roberto Verino explicó en el programa Esto me suena de RNE qué era un cuello perkins (pinchad AQUÍ para comprobarlo).

El diccionario de la RAE no recoge la palabra y tampoco el de María Moliner, pero el término existe, y seguirá existiendo durante algún tiempo, así que lo recojo aquí.


Ya he dicho que el nombre se debe al actor norteamericano Anthony Perkins (1932-1992), que puso de moda este tipo de jersey, que solía llevar sobre una camisa, de la cual asomaban levemente el cuello y los puños.

Vamos, pues, a hablar un poquito de Anthony Perkins. Con apenas veinte años comenzó su carrera cinematográfica, y lo hizo con éxito. Trabajó con actores de la talla de Spencer Tracy, Jean Simmons, Gary Cooper o Sophia Loren; y en su segunda película (Friendly Persuasion, La gran prueba, en español, de 1956) ya fue nominado para el Oscar al mejor actor secundario (“de reparto”, suelen decir), pero se lo dieron a Anthony Quinn por su papel de Gauguin en El loco del pelo rojo.

Siguieron más películas que simultaneó con el teatro: tuvo un gran éxito en Broadway con la obra Te y simpatía de Robert Anderson, junto a Joan Fontaine. Pero el reconocimiento internacional le llegó en 1960, cuando rodó la película Psycho (Psicosis, en español) de Alfred Hitchcock . Siguieron más películas, y en 1962 rodó en Europa la versión que Orson Welles hizo de la obra de Kafka El proceso. A pesar de ser un actor versátil, el papel de desequilibrado asesino pesó demasiado sobre él, y lo repitió en varias películas.

Durante los años setenta continuó haciendo cine, menor y digno de olvido, y en los ochenta volvió una y otra vez al papel que le hizo famoso, haciendo una serie de secuelas de Psicosis (la última de ellas dirigida por él mismo). Siguió trabajando hasta el final de su vida, tanto en el cine como en la televisión, pero lo mejor de sí ya lo había dado hacía mucho tiempo.

Pues bien, a este guapo mozo y al tipo de cuello que llevaban sus jerséis debemos el nombre de “cuello perkins”. Dejamos aquí constancia de ello.

Maria Moulinex

Aquí tenéis el vídeo promocional de la película Psicosis, donde ya aparecía este actor con el jersey de marras.



Si queréis saber más sobre esta interesante película, pinchad AQUÍ e iréis a la entrada de este mismo blog que le dedicamos en el 50 aniversario de su estreno.

miércoles, 11 de agosto de 2010

50 AÑOS DE PSICOSIS

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Hace 50 años que se estrenó la película de Hitchcock Psicosis. Está considerada una de las mejores películas de este director británico, que es tanto como decir de la historia del cine. Es muy posible que los más jóvenes no la hayáis visto nunca, pero para los cinéfilos y los que ya tienen una edad, es una auténtica joyita. Para algunos la ducha dejó de ser un hábito higiénico y placentero para convertirse en un momento inquietante; todo por esa famosa escena que os ofrecemos a continuación.

Es una de las veinticinco escenas más famosas de la historia del cine y es una verdadera filigrana técnica. Dura poco más de tres minutos e incluye cincuenta planos, casi todos muy cortos, que se suceden de forma muy rápida, de manera que se crea una sensación de mayor violencia. Es una obra maestra del montaje cinematográfico. La tensión de la secuencia se ve intensificada por el sonido chirriante de los instrumentos de cuerda: es la música compuesta por Bernard Herrmann. Luego están los inquietantes primeros planos de Hitchcock: el desagüe por donde se va el agua mezclada con la sangre (por cierto, era chocolate); la mano, que intenta agarrarse a la vida; el periódico sobre la mesilla; el ojo abierto...

Es probable que los espectadores de hoy, tan acostumbrados a la casquería fina y a los colorines (y dentro de poco al 3D) no sean capaces de apreciar esta obra maestra; pero no, es imposible, los que no sepan apreciarla es que no les gusta el cine.

Bueno, creo que lo mejor es que busquéis la película y aprovechéis para verla en cualquiera de esos ratos libres que nos deja el verano.


La casa y el "Motel Bates", donde se desarrolla la película, todavía están en pie y son una de las atracciones turísticas de los Estudios Universal en California.
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