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Tal día como hoy nació en Londres Charles Chaplin (1889-1977). Fue un genio polifacético donde los haya: actor, director y productor cinematográfico; compositor y escritor. Creó un personaje que se ha convertido en un icono de nuestra cultura: The Tramp (el mendigo), conocido en gran parte de Europa como Charlot: un ser desaliñado, pobre, caballeresco, sentimental y melancólico; capaz de pequeñas ruindades y grandes heroicidades para proteger a los más débiles. Una especie de don Quijote de la sociedad industrial que también recibía burlas y golpes, pero que jamás cejaba en su empeño de luchar contra las injusticias.
Para los que ya tienen una edad es una figura familiar y entrañable, pues en la televisión de nuestra infancia nos hincharon a películas mudas de Chaplin o de otros cómicos de su época: el Gordo y el Flaco, Buster Keaton… Para nuestros alumnos pueden ser grandes desconocidos, lo cual es una pena. Por eso queremos homenajear aquí a ese genio que fue Chaplin y presentárselo a las nuevas generaciones. Su humor es universal, como prueba un experimento que se hizo a fines de los años noventa: se proyectaron películas de Charlot a públicos de diferentes culturas, algunos de los cuales no habían visto nunca una película, ni en cine ni en la televisión. El resultado fue que todos se divirtieron y rieron con las escenas de persecuciones, caídas, tartazos…, aunque el contexto en el que aparecían (el de la Norteamérica de principios del siglo XIX) les fuera absolutamente desconocido.
Fue también un hombre comprometido, y expresó ese compromiso en sus películas, en las que plasmaba la destrucción del hombre por la industrialización, el abuso de poder, la violencia… En 1940 rodó su película más comprometida: El gran dictador, un alegato contra el nazismo alemán y, por extensión, contra todas las dictaduras. Él mismo encarnó el personaje del dictador en una hilarante parodia de Hitler, con el que tenía cierto parecido físico, sobre todo en el bigote. Aquí podéis ver una de las escenas más famosas de esa película, en la que el dictador juega con la esfera del mundo. Fue algo casi premonitorio, ya que la película se comenzó a rodar el mismo año en que empezó la Segunda Guerra Mundial, antes de Hitler hiciera patente su deseo de adueñarse del mundo.
Su compromiso político hizo que en 1947 fuera expulsado de Estados Unidos, donde residía, acusado por el Comité de Actividades Antiamericanas de “destruir la fibra moral de América”. En 1971 se le dio permiso para volver y recoger el Óscar Honorífico que le habían concedido.
A lo largo de su vida rodó casi noventa películas, tanto mudas como sonoras, y recibió innumerables premios. Es considerado uno de los grandes genios del cine mundial.
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