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domingo, 10 de mayo de 2009

MÚSICA Y POESÍA A LO LARGO DE LA HISTORIA/6


MÚSICA Y POESÍA EN EL ROMANTICISMO


Goethe

Muchos de los mejores pensadores del s. XIX consideraron la música y la poesía como las más románticas de las artes, pues como afirmaba Hegel, ambas constituyen la “encarnación de la idea en la materia”, son el “reflejo de lo infinito capturado en una forma finita”. Es lógico, por tanto, que los compositores se fijaran nuevamente en la canción como género independiente y pusieran todo su talento al servicio de los textos escritos por los mejores poetas alemanes de la época: Goethe, Heine, Schiller...

Fraubert

La canción alemana (lied) para voz solista y acompañamiento de piano, fue uno de los géneros predilectos de los compositores del Romanticismo, y si hay un nombre a él ligado, es sin duda el de Franz Schubert, quien en sus escasos treinta y un años de vida, escribió unas seiscientas canciones de este tipo. Una de las más bellas es la titulada Gretchen am spinrade (Margarita en la rueca), cuyo texto es un fragmento del Fausto de Goethe. El motivo principal del acompañamiento de piano simula el continuo girar de la rueca, que sólo cesa en el punto culminante de la canción, cuando Margarita, desesperada, rememora los besos de su amado:


 Meine Ruh' ist hin,                 
Mein Herz ist schwer,
Ich finde sie nimmer
Und nimmermehr.
Wo ich ihn nicht hab
Ist mir das Grab,
Die ganze Welt
Ist mir vergällt.
Mein armer Kopf
Ist mir verrückt,
Mein armer Sinn
Ist mir zerstückt.
Nach ihm nur schau ich
Zum Fenster hinaus,
Nach ihm nur geh ich
Aus dem Haus.
Sein hoher Gang,
Sein' edle Gestalt,
Seine Mundes Lächeln,
Seiner Augen Gewalt,
Und seiner Rede
Zauberfluß,
Sein Händedruck,
Und ach, sein Kuß!
Mein Busen drängt sich
Nach ihm hin.
Ach dürft ich fassen
Und halten ihn,
Und küssen ihn,
So wie ich wollt,
An seinen Küssen
Vergehen sollt!
Desapareció mi sosiego
y me pesa el corazón,
nunca conseguiré
hallar la paz.
Soy como una muerta
si él no está junto a mí.
El mundo entero 
carece de atractivo. 
Enajenada tengo 
mi pobre cabeza,
y todos mis sentidos
deliran incoherentes. 
Si miro por la ventana,
sólo a él mis ojos buscan.
Únicamente por encontrarlo 
salgo fuera de casa. 
Su caminar altivo,
su noble figura,
la sonrisa de su boca
y el fuego de su mirada.
El fluir encantador
de sus palabras,
la caricia de sus manos,
¡Oh! ¡Y sus besos ardientes! 
Mi pecho hacia él se enarca 
en poderoso impulso. 
¡Si pudiera cogerlo, 
retenerlo junto a mí, 
y besarlo, 
hasta saciar mis ansias, 
hasta quedarme muerta 
bajo sus labios!



Esta audición está interpretada por la maravillosa cantante Kiri Te Kanawa. Mientras escuchas la pieza, puedes ir siguiendo la partitura y apreciar cómo el ostinato de la mano derecha del piano, que simula el girar de la rueca, no cesa salvo en el momento del clímax.

Y para finalizar, La muerte y la doncella, otro de los lieder más célebres de Schubert. ¿Se puede ser más romántico?



Inés Carreras

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sábado, 9 de mayo de 2009

MÚSICA Y POESÍA A LO LARGO DE LA HISTORIA/5


MÚSICA Y POESÍA EN EL CLASICISMO





Las óperas de los s. XVII y XVIII se organizaban formalmente a partir de la sucesión de recitativos y de arias. En los primeros, los cantantes declamaban el texto a gran velocidad, apoyados únicamente por los acordes del clave. Las arias, más trabajadas tanto literaria como musicalmente, eran el espacio ideal para que los grandes virtuosos de la época desplegasen todo su poderío vocal.

Algunos convencionalismos, tanto literarios como musicales, determinaron su factura desde comienzos del s. XVIII y perduraron durante toda la época clásica. Uno de ellos, consistía en que el tipo de lenguaje utilizado, así como el carácter de la música, había de adaptarse a la posición social y a la función dentro de la trama del personaje que se hallaba cantando el aria. Faltaba al “decoro” (como se expresaba en la época) que una reina hablara con el lenguaje de un campesino, o que una criada cantara en un estilo grandilocuente y ampuloso.

Las dos audiciones siguientes muestran a la perfección cómo la música debía concordar tanto con el sentido del texto como con el carácter estereotipado que la sociedad de la época tenía de los diferentes grupos sociales. Ambas son arias de W. A. Mozart, el más famoso compositor del Clasicismo. La primera pertenece al singspiel (tipo de ópera alemana en la que los recitativos son sustituidos por diálogos hablados) La Flauta Mágica, y refleja la ira de un personaje de condición aristocrática, la Reina de la Noche, que ordena a su hija que dé muerte al más encarnizado de sus enemigos, el rey Sarastro.



En la segunda aria, que pertenece a la ópera de carácter cómico Cosí fan tutte, nos encontramos con la más irónica de las criadas, Despina, quien trata de convencer a sus señoras de que no deben estar tristes por la partida de sus amados a la guerra, ya que no tendrán problema alguno en encontrar nuevos amantes, pues los hombres son intercambiables al no valer ninguno la pena:

Ahora amáis a un hombre,


luego amaréis a otro,


el uno vale por el otro,


porque ninguno vale nada.


Ambas arias son para soprano, es decir, el tipo de voz más agudo que una mujer puede tener. En el caso de la Reina de la Noche, la extensión es extrema, llegando Mozart a exigir a la cantante un Fa5, una nota casi inaccesible para la voz humana. Esto es lo que dicen cada uno de los personajes:



LA REINA DE LA NOCHE



¡La venganza del infierno
hierve en mi corazón,
la muerte y la desesperación
arden a mi alrededor!
Si Sarastro no siente, por tu mano,
los dolores de la muerte,
nunca más serás hija mía.

¡Repudiada y abandonada serás
por toda la eternidad,
destruidos quedarán
todos los lazos de la Naturaleza,
si Sarastro no expira por tu mano!
¡Escuchad!
¡Dioses de la venganza!
¡Escuchad el juramento
de una madre!







DESPINA



¡Vamos, vamos!


Ya pasaron los tiempos de contar


esos cuentos a los niños.


En hombres, en soldados,


¿esperar fidelidad?


¡Que no os oigan decir eso,


por caridad!






De parecida pasta


están hechos todos,


las ramas móviles,


los vientos inconstantes


tienen mayor firmeza


que los hombres.






Mentirosas lágrimas,


miradas falaces,


palabras engañosas,


gracias mentirosas,


son sus cualidades principales.




En nosotras no aman


sino su propio placer,


luego nos desprecian,


nos niegan su afecto,


no sirve de nada a esos bárbaros


pedirles piedad.






Paguemos, oh mujeres,


con igual moneda


a esa maléfica raza indiscreta.


Amemos por comodidad,


o por vanidad.






Inés Carreras


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viernes, 8 de mayo de 2009

MÚSICA Y POESÍA A LO LARGO DE LA HISTORIA/4



MÚSICA Y POESÍA EN EL BARROCO





La historia de la canción profana queda eclipsada durante los siglos XVII y XVIII por el gran invento musical barroco: la ópera, el drama cantado que surge como recreación de lo que los teóricos de finales del s. XVI pensaban que había sido el teatro de la antigüedad griega.



La primera gran ópera de la historia es Orfeo, de Claudio Monteverdi, escrita para el duque de Mantua en 1607. En ella se recrea el mito de este personaje de la mitología griega, un desdichado amante que, en el día de su boda, pierde a su esposa, Eurídice, víctima de la mordedura letal de una serpiente. Pero Orfeo desafía a la muerte y desciende al Hades con el fin de rescatar a la bella Eurídice: adormece con su música a Caronte, el barquero que conduce las almas hacia el infierno y logra, con su canto, conmover al mismo dios de los muertos y a su esposa para que accedan a liberar a la joven. Orfeo consigue su objetivo, pero Hades le impone una condición: sólo podrá devolver a Eurídice al mundo de los vivos si es que, en el camino de regreso, no mira ni un sólo momento hacia atrás. De lo contrario, Eurídice volverá al inframundo para siempre. Los dos amantes parten felices, pero cuando casi han alcanzado su objetivo, Eurídice tropieza y Orfeo no puede evitar volver la vista atrás para correr a ayudarla. Eurídice desaparece y Orfeo queda sólo y desolado, viendo como el sueño de recuperar a su amada se ha desvanecido para siempre.



Te propongo dos audiciones que corresponden a dos momentos diferentes de la ópera:

1. En la primera audición se recoge la escena en la que Orfeo se lamenta por la muerte de Eurídice y anuncia que bajará a los infiernos a rescatarla.







2. En la segunda audición Orfeo, en su camino hacia el Hades, encuentra a Caronte, quien le advierte de que no logrará cruzar la laguna Estigia, que separa el mundo de los vivos del de los muertos.





Inés Carreras

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jueves, 7 de mayo de 2009

MÚSICA Y POESÍA A LO LARGO DE LA HISTORIA/3

MÚSICA Y POESÍA EN EL RENACIMIENTO





Con la llegada del s. XV y de los nuevos postulados humanistas que, de una forma u otra, impregnan a todas las artes, el compositor renacentista comienza a preocuparse de manera muy especial porque la música que acompaña al texto, ilustre y enfatice las palabras, imágenes y sentimientos del poema.


Monteverdi

La tendencia se volverá más acentuada en la segunda mitad del s. XVI, cuando compositores como Luca Marenzio, Carlo Gesualdo o el propio Claudio Monteverdi hagan uso de los madrigalismos (de madrigal, género por excelencia de canción profana italiana), una plasmación literal en términos musicales de las palabras del texto. Así, la palabra “risa” podía ser ilustrada con un pasaje en notas rápidas que asemejaran una carcajada, o la palabra “cruel”, por un áspero acorde disonante, cuya conformación armónica resultara inusitada para la época. Junto al madrigal, género refinado y complejo, encontramos otros de carácter más sencillo, como el villancico español o la frotolla italiana. También, por supuesto, la heredera directa de la canción de amor trovadoresca, la chanson francesa. Una de las más bellas es Mille regretz, del gran Josquin des Prez, también conocida como “la canción del emperador”, por ser la favorita del monarca español Carlos I, emperador también de Alemania.


Carlos V

Se trata, como podéis escuchar, de una triste y melancólica canción de amor.

«Mille regretz de vous abandonner
Et d'eslonger vostre fache amoureuse,
Jay si grand dueil et paine douloureuse,
Quon me verra brief mes jours definer.»

Mil pesares por abandonaros
y por alejar vuestro rostro amoroso
siento tanto duelo y pena dolorosa
que se me verá en breve acabar mis días.




Inés Carreras

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miércoles, 6 de mayo de 2009

MÚSICA Y POESÍA A LO LARGO DE LA HISTORIA/2

MÚSICA Y POESÍA EN LA EDAD MEDIA



La creencia de que la palabra acompañada de música ejerce una especial influencia sobre las almas, no siempre positiva, es heredada por los teóricos romanos y más tarde, por los Padres de la Iglesia, quienes se afanan en restringir a la mínima expresión el papel de la música dentro de la liturgia católica. No será hasta el despertar de la canción profana medieval que la poesía y la música recobren el potencial expresivo del que hubieron de gozar en épocas pasadas. Aunque existen importantes precedentes, esta revitalización de la canción profana vino de manos de trovadores y troveros, los grandes poetas de los siglos pleno medievales. La mayoría de las canciones trovadorescas son de temática amorosa.


Pero el amor del trovador está condenado de antemano al fracaso, pues la dama a la que canta suele ser una mujer ya casada, inalcanzable para él, que ha de consolarse narrando sus penas al público congregado para escucharle:

En mayo, cuando los días son más largos,

me es grato el dulce canto de los pájaros lejanos,

y cuando me marché de allí,

recordaba un amor lejano.

Voy de talante enojado y deprimido,

por lo que canto, ni flores de espino blanco

me gustan más que el invierno helado.

Bien tengo al Señor por veraz,

y por ello veré el amor de lejos.

Pero por un bien que recibo, tengo dos males,

tanto me es lejano.

¡Ah! Si yo fuese allí peregrino,

para que mi bordón y mi sayo

fuesen de sus bellos ojos admirados.

Jaufré Rudel

Sin embargo, aunque los trovadores solían ceñirse a los convencionalismos del amor cortés, idealizado y contemplativo por definición, también había lugar para una concepción del amor mucho más inmediata y carnal, como la que Adam de la Halle da en esta conocida canción perteneciente al Jeu de Robin y Marion:

Robin me ama, Robin me tiene,

Robin me ha preguntado si me puede tener.

Robin me quitó la falda de color escarlata

Buena y bonita, mi body y mi liguero. ¡Hurra!

Robin me ama, Robin me tiene,

Robin me ha preguntado si me puede tener.

El siguiente vídeo recoge música profana medieval:


Inés Carreras

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martes, 5 de mayo de 2009

MÚSICA Y POESÍA A LO LARGO DE LA HISTORIA/1

Esta es la primera entrega de una serie dedicada a la relación entre la música y la poesía. Los artículos van a ir acompañados de música. Inés Carreras ha intentado buscar las mejores versiones musicales, aunque no siempre éstas están disponibles en internet. A pesar de eso, os aseguro que vais a pasar unos días deliciosos porque ¿se puede pedir algo más sublime que la unión entre música y poesía?
¡Que lo disfrutes!


MÚSICA Y POESÍA EN LA ANTIGUA GRECIA




Música y palabra son dos realidades hermanadas para las que algunos autores, como el gran filósofo de la Ilustración Jean-Jaques Rousseau, han establecido un origen común. El hablar de nuestros antepasados, según Rousseau, habría sido un hablar melodioso, que sólo en tiempos muy recientes habría perdido esta connotación musical. Sea o no cierta la hipótesis de Rousseau, lo que resulta innegable es que el canto y la poesía han ido de la mano a lo largo de toda la historia y, en cierta medida, así sigue siendo.


Con el término mousiké los antiguos griegos se referían a un conglomerado de diferentes artes, entre las que ocupaban un lugar preeminente el canto y la poesía, inconcebibles la una sin la otra. Los primeros poetas de la historia occidental, de hecho, se llamaban a sí mismos aedos (cantores), e indudablemente sus versos eran acompañados siempre por el suave sonido de la cítara o la lira. La eficaz unión de palabra y melodía ejercía en las almas de los hombres un poderoso efecto que podía incluso trastocar el orden social y ser un elemento corruptor de la juventud, tal como hace notar Platón. En consecuencia, este autor propone censurar determinados tipos de harmoniai (melodías) para asegurar el correcto funcionamiento de las instituciones y de la vida pública de la ciudad, pues sin un férreo control sobre la música es imposible garantizar una sociedad saludable. Lamentablemente, no se han conservado apenas testimonios que nos permitan reconstruir las subversivas melodías que tanto inquietaban a Platón.

A continuación puedes escuchar el Epitafio de Seikilos, una de las pocas melodías de la Antigüedad que han podido ser reconstruidas. La interpretación, no obstante, no deja de ser una recreación que, seguramente, tiene poco que ver con la que los griegos llevaban a cabo.





Inés Carreras
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