¡Seguro que lo habéis adivinado! Estamos en el planeta rojo: Marte. El cielo, color salmón, tiene aire. Pero ese aire no nos sirve para respirar: es dióxido de carbono. Antiguamente sí había oxígeno en Marte, pero desapareció tras oxidar todo el suelo rico en hierro, de ahí el tono anaranjado del planeta. No hay problema, llevaremos unas cuantas bombonas de oxígeno y así podremos dar un paseo dentro de una escafandra. Al menos, si elegimos bien la fecha y el lugar, gozaremos de temperaturas suaves durante varias horas, antes de que caiga la noche glacial. Recordemos que Marte está un poco más alejado del sol que la Tierra, y por eso debería ser más frío; pero al no tener capa de ozono, Marte recibe mucha más radiación solar que la Tierra, con lo cual el frío durante el día no es tan intenso. ¡Los astronautas se están preparando ya para viajar allí! ¿Sucederá pronto?
En nuestro paseo por el planeta veríamos cosas interesantes, como el gigantesco Monte Olympus, que con sus 24 km de altura (3 veces el Everest) es el volcán mas grande de todo el Sistema Solar. ¡Un monstruo! Y además podría entrar en erupción en cualquier momento. Eso sería raro, pero no tanto las tormentas. Aunque todo parece muy tranquilo, en poco tiempo podríamos ser engullidos por una súbita y violenta tormenta de arena que gradualmente cubriría casi todo el planeta y no cesaría hasta pasadas varias semanas. Su violencia es tal que el suelo temblaría bajo nuestros pies debido a los fortísimos vientos de más 200 km/h.
En una época de calma podríamos apreciar un interesante detalle de la superficie de Marte: está plagado de surcos y valles profundos, que desembocan en extensas llanuras, a modo de cauces fluviales muy ramificados. Y, sin embargo, no hay una sola gota de agua líquida, toda ella permanece congelada en los polos y en el subsuelo. Es posible que los canales de Marte se crearan hace muchos millones de años, cuando la actividad volcánica era lo suficientemente intensa como para derretir el hielo y formar ríos que erosionaran la superficie. O quizá, en un pasado mucho más lejano, Marte albergara gran cantidad de agua líquida e incluso vida en forma de pequeños microorganismos, y que al perder la atmósfera que lo protegía de las terribles radiaciones solares, el planeta se secara por completo. ¿Así acabará la Tierra? Quién sabe. Mientras exista la capa de ozono…
Por último nos acercaremos a nuestro vecino más amable: el que al atardecer adorna nuestro cielo azul. Pero… ¿es realmente tan amable como parece? Y bien, ¿sabéis de qué planeta se trata?
Alberto Recio
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