LUIS CERNUDA
El 21 de septiembre de 1902 nació en Sevilla Luis Cernuda. Su padre, militar algo adusto e intransigente, le dio una educación muy rígida, pero el niño Luis, callado y retraído, miraba volar las mariposas, se emocionaba con la luz que coloreaba el parque de María Luisa y se extasiaba mirando la luna.
A los 17 años empieza la carrera de Derecho, pero en sus bolsillos van apareciendo, cada vez más, papeles con poemas que él ha escrito. Es un joven callado que se sienta en los últimos bancos de la clase. Desde allí escucha y admira a un profesor llamado Pedro Salinas que le habla de Literatura. Nos gusta imaginar al joven Luis acercándose al profesor y, venciendo su timidez, mostrarle alguno de sus poemas. Es posible que fuera así. Salinas lo amimará a seguir escribiendo y a publicar sus primeros poemas. Su padre poético llegado justo cuando moría el padre adusto y autoritaria. ¿Alivio?, ¿pena?
De la mano de Salinas entra en la Generación del 27. En el año que da nombre a la generación participa en homenaje a Góngora que tiene lugar en el Ateneo de Sevilla y publica su primer libro Perfil del aire, al que sigue Égloga, elegía, oda (1928). Su poesía es un homenaje a la tradición clásica española, pero comienzan a despuntar dos de los temas que lo van a definir: el amor y el eros.
Sevilla, con su olor y su luz, se ha hecho chiquita para Luis; la madre muere y se deshacen los lazos familiares que lo ataban. Madrid: allí están todos y está todo. Incluso el amor no correspondido. Publica Los placeres prohibidos (escrito entre 1929 y 1931). Entra en su poesía la vanguardia surrealista que se entrelaza con la tracidión literaria española, sobre todo con Bécquer. En 1934 publica Donde habite el olvido (hermoso verso becqueriano). Su neorromanticismo es más que una actitud poética; es también una actitud vital: la conciencia de ser diferente, el apartamiento de las normas morales imperantes en esa España bruta y garrula se plasman en su dandysmo y en su homosexualidad, nunca ocultada.El mismo año en que estalla la Guerra Civil (1936), publica su obra completa bajo el título La realidad y el deseo, título qu expresa una dialéctica siempre presente en su obra. La guerra, Luis soldado (fusil y poesías en la mochila). Cuentan que ni siquiera en la guerra renunció a su dandysmo: aparecía siempre limpio, repeinado y oliendo a colonia. Se traslada a Valencia para participar en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas. Quiere publicar en la revista de guerra Hora de España una elegía dedicada a Lorca, pero se la censuran por hacer referencia explícita a su homosexualidad. La zafiedad no tenía bando. Se marcha al Reino Unido a dar unas conferencias en apoyo de la República, y ya no vuelve. Trabajará como lector de español en diferentes universidades británicas.
Su poesía alcanza la madurez lejos de España. Asume la influencia de la lírica inglesa y da rienda suelta al dolor por la patria perdida (Ellos, los vencedores,/ caínes sempiternos, / de todo me arrancaron. / Me dejan el destierro... ). En 1942 publica Ocnos, poesía en prosa que recoge la nostalgia del paraíso perdido, sus luminosos recuerdos sevillanos.
En 1952 se traslada a México. Se renueva su alegría: vuelve a escuchar español por las calles; llega otra vez el amor y es acogido con ternura y paciencia por el poeta malagueño Manuel Altolaguirre y su mujer, Concha Méndez, en cuya casa morirá el 5 de noviembre de 1963. Pero antes publicará Variaciones sobre tema mexicano, Vivir sin estar viviendo, Con las horas contadas, Poemas para un cuerpo y Desolación de la Quimera (qué bonito título). Progresivamente, su estilo ha ido abandonando la vena clasicista que lo dotaba de musicalidad para adoptar un ritmo seco y duro, acorde con un conceptismo y una esencialidad cada vez más marcados.
Queda sólo recordar su labor como crítico literario: Estudios sobre poesía española contemporánea (1957), Poesía y Literatura I y II (1960 y 1964).
En fin, como siempre, os invitamos a que os adentréis en su poesía y en su biografía, para lo que os dejamos un buen enlace:
También (para los más perezosos) os proporcionamos este breve documental sobre el poeta.
Como no podía ser de otra manera, nos despedimos con un poema del susodicho.
DONDE HABITE EL OLVIDO
I
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo solo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde termine ese afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo solo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde termine ese afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
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