Inmersos como estamos en el ombligo de nuestras propias crisis (la del mundo, la de Europa, la de España, la de la Comunidad de Madrid, la de nuestro pueblo, la de nuestra familia y la nuestra propia), seguro que pensabais que no nos íbamos a acordar de celebrar un día como hoy. Alguno pensará que guerras, guerras ya no hay. A ver, ¿dónde hay guerra en estos momentos?, dirá alguien. Pues sí, sigue habiendo guerra. Disfrazada de otra cosa, con otro nombre, oculta, discreta y mortal. Por eso, nos ha inundado un mar azul en el que flotan las botellas que han lanzado los naúfragos que buscan la paz, la PAZ, en todos los idiomas, de todos los colores. También nuestras tradicionales palomas y unos pececillos pacifistas han acudido a la llamada. De nuevo El Olivo clama por la PAZ.
Gracias a los alumnos y a las profesoras de Educación para la Ciudadanía (esa asignatura a la que le quedan dos padrenuestros, los que están rezando los que nunca han querido que se enseñe el sentido común) por habernos recordado que hoy también hay que gritar por la PAZ. Gracias también a todos los profesores de diferentes departamentos que han colaborado en el montaje.
Canta José Afonso (ya apareció en este blog) una canción con mucho ritmo africano: Ailé! Ailé!. Zeca (así los llamaban sus amigos) vivió mucho tiempo en las que entonces eran colonias africanas de Portugal. Allí aprendió esos ritmos que enriquecieron su obra y su vida.
Canta José Afonso (ya apareció en este blog) una canción con mucho ritmo africano: Ailé! Ailé!. Zeca (así los llamaban sus amigos) vivió mucho tiempo en las que entonces eran colonias africanas de Portugal. Allí aprendió esos ritmos que enriquecieron su obra y su vida.
PAZ PAZ PAZ PAZ PAZ PAZ PAZ PAZ PAZ PAZ PAZ PAZ PAZ PAZ PAZ PAZ PAZ PAZ
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