Ayer el blog dio cuenta de la presentación de la Nueva Gramática de la Lengua Española. No hay duda de que la Real Academia se ha modernizado mucho; ha sido un gran lanzamiento comercial, con un precioso vídeo incluido:
Lejos ha quedado aquel Esbozo de la una nueva gramática de la lengua española que fue publicado allá por 1973 y que ha sido la pesadilla de varias generaciones estudiantes de Filología.
Se trataba de un primer bosquejo que aspiraba a alcanzar un mayor desarrollo y extensión. Ha tardado treinta y seis años en hacerlo (ya les vale). Era un libro antipático, farragoso y -en ocasiones- contradictorio.
En el segundo curso de la carrera de Filología, en la Universidad Complutense de Madrid, era obligatorio leérselo y nos hacían un examen sobre su contenido: el famoso "examen del Esbozo". Si no se aprobaba no había forma de superar la asignatura de Lengua Española. Era una pesadilla. Tanto es así, que yo me acobardé y decidí ir dejando esa asignatura año tras año. Nunca me presentaba.
Así que llegué a quinto, el último año de la carrera, y todavía no me había examinado del "Esbozo". Ya no podía dilatarlo más. Pero para entonces ya se había convertido en un libro familiar: lo había consultado tantas veces, había buscado sus contradicciones con lupa para criticarlo, había discutido sobre él con compañeros y profesores, lo había subrayado y anotado...; casi ya me lo sabía de memoria. Examinarme fue entonces sólo un paseo. Aunque siempre le he guardado cierto rencor, he tenido que consultarlo en muchas ocasiones a lo largo de los años.
Ahora había llegado el momento de jubilarlo, porque. como me he portado bien, los Reyes me traerán -seguramente- los dos tomazos de la nueva gramática (falta todavía el tercer tomo, dedicado a la Fonética y la Fonología). Estaba dispuesta a consumar mi venganza, pero no he sido capaz. Lleva tanto tiempo conmigo, está tan viejito, tan ajado y amarillento (aunque ya era amarillento de por sí), con sus anotaciones y subrayados... Creo que seguirá conmigo.
Es lo que tienen los libros, que terminan por echar raíces en nuestras casas y en nuestras vidas. Probablemente no pase lo mismo con los libros digitales. Será mucho más fácil apretar un botón y hacerlos desaparecer de la memoria de nuestro libro electrónico y de nuestras vidas. ¿Quién sabe?
En fin, sólo quería dejar aquí un pequeño y emocionado recuerdo al "Esbozo", esa gramática farragosa y antipática que tantas dudas me ha resuelto, a pesar de todo.
Lola Sevila
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