Pues sí, Mario Vargas Llosa es el undécimo (que no onceavo) escritor de habla hispana que recibe este premio. Se lo merece. Alguien ha dicho de él que es una "animal narrativo", y es una buena definición. En la mayoría de sus novelas es capaz de convertirse en un encantador de serpientes que atrapa al lector y lo sumerge en sus historias.
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Periodista, estudioso de la Literatura, político, literato... Le gusta hablar de muchas cosas, y lo hace con un lenguaje preciso y con un español lleno de cadencias peruanas que lo hacen encantador y embaucador, incluso cuando no se comparte lo que dice. Pero lo suyo es narrar (aunque también se ha atrevido con el teatro y cuenta con estimables ensayos literarios). No podría ser de otra manera en un hombre que ha estudiado en profundidad y admira la novela decimonónica europea (imprescindible su obra La orgía perpetua: Flaubert y "Madame Bovary", de 1975). A narrar, a ello se dedica desde muy joven, por vocación y por llevarle la contraria a su padre. Le gusta repetir que es un hombre de suerte porque puede dedicarse exclusivamente a lo que le gusta. Toca la felicidad.
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Le llegó el éxito en los años sesenta: La ciudad y los perros (1962), Conversación en La Catedral (1969), entre otras. Se ha mantenido a lo largo de los años escribiendo muchas otras novelas, algunas de ellas fantásticas: La fiesta del chivo (2000), El Paraíso en la otra esquina (2003). Está a punto de sacar su última novela (El sueño del celta) y sus lectores la esperan con inpaciencia.
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El blog de El Olivo le da la enhorabuena e invita a todos a dejarse envenenar por sus palabras. Además, dedicamos esta entrada a todos nuestros alumnos peruanos: compartimos vuestro orgullo.
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