Ayer por la mañana, antes de salir de mi casa, escuché por la radio que Miguel Delibes se debatía entre la vida y la muerte. En el tren, camino de Parla, recordé una frase suya de hace algunos años: “No deseo más tiempo. Doy mi vida por vivida”. Y ya está. Él era así, un castellano sobrio y hondo.
Hoy los periódicos hablarán por extenso de su vida y de su obra. Seguro que ya llevan tiempo con los textos escritos. Su muerte se esperaba. Yo sólo contaré algunos retazos del Delibes que me ha emocionado. El Delibes desolado por la muerte de Ángeles, su mujer, fallecida en 1974. Poco tiempo después, en el discurso de ingreso en la Real Academia, dijo: "Vengo pues, así, a rendir público homenaje, precisamente en el aniversario de su nacimiento, a la memoria de la que durante cerca de 30 años fue mi inseparable compañera". El académico Javier Marías en el discurso de respuesta también habló de ella: "Ángeles, esa mujer maternal y niña a la vez, que con su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir". Muchos años después, en 1991, escribió Señora de rojo sobre fondo gris, un libro cuyo título reproducía el de un retrato hecho a su esposa por el pintor Eduardo García Benito, y allí repitió la frase de Marías. Toda la novela era un hermoso homenaje a Ángeles. El tiempo no había paliado la añoranza y el amor.
Recuerdo su libro El camino que leí al alimón con mi hija, porque se lo habían mandado en el colegio y yo no lo había leído. Daniel el Mochuelo rememoraba su corta vida la noche antes de abandonar su pueblo para ir a la capital a estudiar bachillerato. Lloramos las dos la muerte del Moñigo.
Recuerdo que vi representada su obra Cinco horas con Mario antes de leerla. El teatro Lara, la actriz Lola Herrera –magistral- velando el cadáver de Mario y sacando todos los demonios que llevaba dentro, ella y toda una clase social provinciana, en una España mezquina. Un grupo de amigos universitarios sentados en las butacas, sorprendidos, descubriendo el mundo. Luego vino la lectura minuciosa, emocionada, hecha ya con un bisturí que pretendía ser profesional y era torpe. La recordaba hace poco, cuando un compañero me pasó el análisis de un fragmento de la obra para que le echara un vistazo. Él lo hace mejor.
Recuerdo Los santos inocentes con su sofisticada técnica narrativa y su brutalidad, y su última novela, El hereje, todavía capaz de sorprender: una novela histórica ambientada en Valladolid en el siglo XVI, donde las peripecias de su protagonista, Cipriano Salcedo, sirven para hablar de las pasiones humanas, de la tolerancia y de la libertad de conciencia.
Leedlo y disfrutadlo. Es el mejor homenaje.
L.S.
Os dejo algunos enlaces para curiosos:
El verdadero dueño de la lengua
Y un vídeo:
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2 comentarios:
Un gran artista de las letras españolas un sentido pesame. Descanse en paz
Las letras españolas y todos los que las amamos estamos hoy de luto. Ayer desayuné con la noticia de la gravedad de su situación y fue en clase, en una de mis queridas aulas de 2º, justo en el día de lectura, cuando uno de mis chicos guerreros me dijo: "Profe, se ha muerto un tío de esos que a ti te gusta leer, lo han dicho en la tele"
Gracias, Lola por haber preparado rápida y atenta esta cariñosa entrada. He rememorado contigo las emociones que a mí me han dejado sus libros. Miguel Delibes se merece esto y más. Así que estoy segura que dedicaremos más espacio en nuestro blog para recordarle. Ya ando pensando posibilidades y creo que este año el Día del Libro tendríamos que dedicárselo a él y a sus obras.
Besazos de sábado para todos los blogueros.
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