viernes, 23 de octubre de 2009

ISMÁIL KADARE


Estos días se pasea este señor por nuestros televisores, esas ventanas que nos muestran el mundo en sus miserias y sus grandezas. Hoy, dentro de un rato, le entregan el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.

Cuando se hizo público que había sido premiado, muchos se hicieron las mismas preguntas: ¿Kada... qué?, ¿albanés?, ¿y ése quién es? Sí, no era conocido por el gran público, ni siquiera por el mediano. Sin embargo, ya en 1974 se publicó la traducción de una de sus novelas: Los tambores de la lluvia. Más tarde siguieron otras traducciones, como con cuentagotas: El puente de tres arcos y El nicho de la vergüenza (1989); El viaje nupcial (1990); El general del ejército muerto (1991); El concierto (1992 y Premio Nacional de Traducción); La pirámide y El firmán de la ceguera (1994); Tres cantos fúnebres por Kosovo y El palacio de los sueños (1999); El expediente, El año negro y Abril quebrado (2001); Crónica de piedra (2007). Está claro que para muchos no era un desconocido. Para aquellos que no lo conocen, hemos elaborado esta reseña.

Ismáil Karide nació en la ciudad albanesa de Gjirokastra (Argirocastro en griego) el 28 de enero de 1936. Narrador, ensayista y poeta, es considerado uno de los grandes intelectuales del siglo XX.

Hablemos primero de Gjirokastra (qué bello nombre), una ciudad montañesa del sur de Albania, una zona que perteneció a la antigua región griega de Epiro. Fue, por lo tanto, griega y lo ha seguido siendo en cierto modo, porque siempre ha vivido allí una importante colonia de griegos que llaman a la ciudad Argirocastro. Después fue romana, bizantina, otomana, de nuevo griega y, en la Segunda Guerra Mundial, pasó por las manos de italianos, franceses y alemanes, para ser liberada finalmente por los partisanos albaneses. Las ciudades de tan abigarrada historia, cruce de tantas culturas, tienen mucho que contar; sólo ha de nacer en ellas una voz capaz de hacerlo. Es el caso de Karade, que nos contará en sus obras muchos de los avatares por los que ha pasado su pueblo y su país.

Por las calles de Gjirokastra creció Ismáil, y corrió entre esas casas de típica construcción otomana, con los tejados cubiertos por piedras. Su familia era musulmana, pero de una rama del islam (los bektashi) que practica una religión más íntimista y menos pendiente de las manifestaciones externas. El muchacho Ismáil se marchó a la capital, Tirana, para estudiar Historia y Filología en la Universidad. Después, continuó sus estudios en el Instituto Gorky de Literatura Universal de Moscú. Albania era entonces un país de la órbita soviética, pero en 1960 se produjo la ruptura entre la URRS y el gobierno albanés. Kadare volvió a su país y se dedicó al periodismo y a la literatura.

Albania se había convertido en un país gris dominado por una dictadura gris que no dejaba lugar para los sueños. Kadare publicó en 1963 su primera novela, El general del ejército muerto, con la que alcanzará el reconocimiento dentro y fuera de su país. A ese libro siguieron otros que acrecentaron su fama. En sus obras siempre está presente Albania, un país donde lo kafkiano no era literatura, sino realidad; de ahí esas situaciones angustiosas y absurdas que aparecen en algunas de sus novelas. Pero también va a reflejar en sus obras la riqueza cultural de su país: su historia, sus leyendas y sus mitos; así como la admiración por los más grandes de la literatura: Homero, Esquilo, Shakespeare, Cervantes y Gógol.

En 1990 se exilió en Francia: es difícil pensar y tener voz bajo una dictadura. Nueve años después, tras la caída de la dictadura, volvió a Albania. Ha sido propuesto varias veces para el Premio Nóbel, ha recibido otros muchos. Hoy le dan el Príncipe de Asturias.

Estos días, Ismáil Kadare comparte los escaparates de las librerías con los éxitos de ventas. Hay que aprovechar el tirón del Premio Príncipe de Asturias. Aprovechemos también nosotros la circunstancia para acercarnos a su literatura.

En estos enlaces podéis encontrar más información sobre este autor.
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