sábado, 31 de octubre de 2009

NUESTROS ESCRITORES

LEYENDAS PARA LA NOCHE DE TODOS LOS SANTOS

Os continuamos presentando las leyendas que han redactado nuestros alumnos. Pero tened cuidado, hoy es la noche de Todos los Santos y como dijo Bécquer "una vez aguijoneada, la imaginación es un caballo que se desboca y al que no sirve tirarle de la rienda". No nos hacemos responsables si esta noche no podéis dormir o al igual que le pasó al autor al escribirla, que volvía "la cabeza con miedo, cuando sentía crujir los cristales de mi balcón, estremecidos por el aire frío de la noche".

Aprovechamos la ocasión para recomendar la lectura de sus Leyendas y también una nueva versión que publicó en el 2007 la editorial 451 Editores, en la que el espíritu de Bécquer sale de la tumba a pasear encarnado en ocho escritores de hoy con el terror de sus leyendas bajo el brazo. Colaboran autores como Elia Barceló, Juan Bonilla y nuestros queridos Lorenzo Silva y Fernando Marías, con los que tenemos una vinculación especial pues han venido en estos dos últimos cursos a nuestro centro para disfrutar de un encuentro con sus jóvenes lectores. Lorenzo explica el motivo de esta edición:
«Bécquer perdura porque su lenguaje es exquisito, su capacidad de sugerir y suscitar emociones, inmensa, y su intuición del misterio, el dolor y el mal, extraordinaria. Otra razón para hacer este libro: mostrar a los lectores de hoy que el artefacto preparado por un hombre del siglo XIX puede conmoverlos. Creemos que los relatos aquí reunidos conservan el espíritu de los originales y a la vez los trascienden, prolongando ese diálogo apasionado entre generaciones que es la literatura y que otros, es seguro, continuarán».

Nuestros alumnos de 4º están ahora en este "diálogo apasionado entre generaciones" al acercarse a la literatura del Romanticismo y estamos pudiendo comprobar como, a pesar de ser chavales del siglo XXI, se estremecen, se emocionan por los mismos motivos que aquellos primeros lectores de Bécquer.




En Soria, en el monte de las Ánimas, cerca de las nieves del Moncayo, existe un lugar poblado de lobos y culebras. Está sembrado de cadáveres de una sangrienta batalla. Se cuenta que durante la noche de Todos los Santos, a medianoche las ánimas en pena, tañerán las campanas de la capilla del monte y comenzarán a vagar errantes para repetir la antigua lucha de aquella batalla.

Alonso, un joven valiente y hábil cazador, está perdidamente enamorado de su prima. Beatriz, la amada de Alonso es una bella chica, que está a punto de marcharse después de pasar un tiempo de vacaciones por Castilla. Ella, caprichosa y malintencionada, le reta a que le demuestre su amor esa misma noche.

La chica le dice:
- Si me demuestras esta noche que en verdad me amas, me quedaré en Castilla contigo para siempre, si por el contrario no lo haces me iré y no me volverás a ver más-
El chico al oír estás palabras se quedó pensando y pensando, él le quería demostrar que la quería pero había un inconveniente y es que le daba mucha vergüenza, así que Beatriz le dijo:
- Vale, pero te lo voy a complicar un poquito más y para saber que en realidad me amas quedaremos en el cementerio, al lado del Monte de las Ánimas.-

El chico al oír estas palabras se quedó petrificado porque él había oído decir que en una noche como esa tan especial vagaban las ánimas, espíritus que necesitaban un cuerpo para volver a vivir. El chico le dijo:
- ¿Pero tú Beatriz no has oído las historias que cuentan sobre ese monte?

La chica riéndose exclamó
- Ja,ja ¿y te crees eso Alonso? Todo es mentira, para que nadie esa noche vaya por allí. Así que nos vemos a las 9 en el monte.

El chico tembloroso aceptó.

Llegó la hora y Alonso estaba llegando poco a poco al monte, cuando de repente oye un ruido y se queda parado mirando hacia todos los lados. Con mucho miedo Alonso aligera el paso para llegar antes. Cuando está allí ve que no hay nadie y eran las 9 en punto. Pensó el chico que como se temía, Beatriz le había gastado una broma. Pero de repente oye unos pasos detrás de su espalda, se da la vuelta y exclamó:
- ¡Oh, Beatriz qué susto me has pegado! Creía que era..."
Y dice Beatriz:
- ¿Qué creías, que era un fantasma? Ja,ja, ay... Alonso estás como una cabra.

El chico echó una sonrisa forzada, por darle la razón y le dijo:
- Bueno, demos una vuelta.
Y ella aceptó. Estaban paseando cuando de repente mira a su lado y ve que Beatriz no está.
- Beatriz, por favor, no gastes este tipo de bromas que no hacen gracia. Sal de donde estés por favor.
Vuelve a gritar diciendo
- ¡¡ Beatriz!!
Se estaba empezando a asustar y camina muy rápido hacia su casa. En ese momento oye pasos y voces que le dicen
- Alonsooo, te tengo que decir una cosa.

Y él contesta
- ¿Bea, eres tú?
- Sí, sí. Alonso, espero que cuando veas algo, no te vayas corriendo.
Con voz entrecortada, casi en un susurro Alonso dice
- Vaa...lee…

Beatriz de repente sale de detrás de un árbol y exclama
- ¡Esta es mi verdadera identidad!

Él al verla se queda petrificado y sin palabras.
- Si eres una espectro.
La chica, cabizbaja, asegura:
- Sí, por eso nunca he querido quedar contigo, porque tarde o temprano te tendría que decir lo que era.

Él se quedó muy sorprendido.

- Éste es el reto- dice la chica - si me amas de verdad tendrás que convertirte en un espectro como yo. De lo contrario, aléjate de mi, vete donde vuelva a verte.

Él, muy decidido le dice

- Lo tengo todo claro, Beatriz, por ti daría hasta mi vida, porque te amo con locura y nunca me separaría de ti.
- ¿De verdad harías eso por mí?- pregunta sorprendida.
- Sí, mi amor.
Beatriz se acerca a él y con tan sólo un beso lo convirtió en fantasma.

- Ahora siempre estaremos juntos para la eternidad. Ni nada ni nadie nos separará.

ANA ISABEL ÁLVAREZ 4ºB




Alonso, un joven noble castellano, está enamorado de su prima Beatriz que está a punto de partir de viaje. Ella, caprichosa y malintencionada le hace una aventurada propuesta en la Noche de Todos los Santos, noche en la que se repite en le Monte de las Ánimas la batalla que la bañó de cadáveres.

Él, sin creerse lo que decía Beatriz, dijo:

-¿Quieres que vaya a qué?
-Quiero que me traigas una cabeza de lobo, dos de culebra y, si te crees capaz, algo que demuestre que has estado en aquella sangrienta batalla. ¿De acuerdo?
-De un lobo y de dos culebras es fácil, pero, ¿qué te puedo traer de esa batalla?
-Pues, por ejemplo, una cabeza – dijo Beatriz mientras se reía-.
-Estás loca…
-No. Entonces qué, ¿aceptas el reto, Alonso?
-Por supuesto, soy un hábil cazador y será fácil traerte lo que has pedido.

Ya llegada la noche, Alonso prepara un arco con varias flechas, un cuchillo y se dispone a ir al Monte de las Ánimas. Alonso iba entrando al monte sigilosamente para poder cazar un lobo, pero a su alrededor se movía algo…Alonso gira la cabeza y ve a dos culebras que se le acercaban, saca el cuchillo y corta sus cabezas. Alonso las coge y las guarda en una bolsa. El cazador espera a que un lobo haga presencia para poder cazarle. A unos diez metros, un lobo andaba perdido entre las hierbas, Alonso lo ve y lanza varias flechas al cuerpo del lobo. Mientras Alonso corta la cabeza, las campanas de la capilla empiezan a sonar. El cazador se guarda la cabeza del lobo y se esconde entre la hierba. De repente, ánimas en pena salen del suelo y de la capilla. Alonso se queda boquiabierto al verlo. Las ánimas se juntan en un círculo y repiten la batalla. Al ver eso, Alonso anda sigilosamente hacia la capilla para poder coger algo que demuestre que ha estado allí. Pero, al entrar en la capilla, se encuentra a Beatriz, su amada, que está sentada en una silla.

-Hola, Alonso…
- ¿Qué haces aquí, en un sitio tan peligroso?
-Ver si de verdad podías venir aquí. Veo que tienes las cabezas – dijo Beatriz señalando la bolsa-.
-Sí, aquí están.
-Vale, bien hecho… Ahora quiero que me traigas una cabeza de aquellas ánimas.
-¿Qué? No, eso sí que no.
-¿No? Te mataré si no lo haces.
- ¡Qué dices! Irás a la cárcel y no saldrás de allí.
- No creo…Más que nada porque estoy muerta.
- Estás loca, Beatriz, no sabes lo que dices.
- Sí sé lo que digo… Abre ese armario.

Alonso gira la cabeza y ve el armario. Se acerca con cautela, coge el cuchillo y abre la puerta.

- ¡¡¿¿Pero qué es esto??!!

En el armario estaba Beatriz, degollada. Alonso cae al suelo del susto.

- Sorprendido, ¿verdad? Ahora soy una más de ellos…
- ¿Qué está pasando?
- Nada…sólo que vas a morir.

El ánima de Beatriz coge el cuchillo de Alonso que se le había caído y le apuñala. El fantasma coge el cuerpo, sale de la capilla y le entierra. Suenan las campanas y las ánimas vuelven a sus tumbas.


Ese día, aquella batalla tan sangrienta no fue más importante que la inesperada muerte de Beatriz, que no se sabe quién la mató, ni tampoco nunca se supo qué ocurrió con Alonso pues su cuerpo apareció enterrado con varias marcas de dentelladas.

IVÁN FLORES 4º B

Ilustración realizada por el propio Marlon, autor de la leyenda.


Había un chico llamado Alonso que vivía en Soria, cerca de las nieves del Moncayo. A el le gustaba su prima Beatriz y a su prima le gustaba él pero éste no lo sabía, y la chica se quería divertir un poco. Faltaban pocos días para la noche de Todos los Santos y según cuenta una leyenda en ese día a las doce de la noche salen las ánimas a rondar por allí. La chica le dijo a Alonso que si quería darle un beso antes de que ella se marchara a su ciudad, él tenía que ir allí a las doce. El aceptó pero con una condición, que ella también fuera.
Estando los dos ahí muertos de miedo porque solo faltaban cinco minutos para las doce, empezaron a cantar para distraerse, cuando de repente empezaron a sonar las campanas que daban las doce. Ellos se abrazaron y siguieron cantando, pero poco a poco se iban uniendo más y más voces. Empezaron a correr, en un momento miraron atrás y vieron como las ánimas les seguían, se asustaron mucho y estaban más preocupados por insultar a las ánimas para que se alejaran antes que de ver el camino. De pronto tropezaron, cayeron en un agujero de más de diez metros y murieron en el acto.
De repente se empezaron a levantar y a mirarse el uno al otro y gritaron: - ¡Estamos vivos!
En ese momento echan la mirada al suelo y ven sus cuerpos ahí tirados. Desde entonces pasaron a ser otras dos ánimas más que vagan sin rumbo, pero eso sí, unidos para siempre.

MARLON STEEVEN CRESPÍN 4º B



viernes, 30 de octubre de 2009

NUESTROS ESCRITORES

LEYENDAS PARA LA NOCHE DE TODOS LOS SANTOS

La primera lectura que están haciendo los alumnos de 4º de la ESO son las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer. Antes de leer "El Monte de las Ánimas", realizamos una actividad de creación como forma de motivar la lectura. Se explicó a los alumnos los elementos fundamentales de la narración (el espacio en que se desarrolla, la época, las características básicas de los dos protagonistas y el punto de partida de la trama). A partir de ahí, cada uno tenía que inventarse su propia leyenda dando rienda suelta a su imaginación. Entre hoy y mañana, justo las fechas en que ambientó Bécquer su historia, vamos a leer algunas de ellas, no todas, ya que por desgracia no tenemos espacio aquí para publicarlas. Además hemos tenido la suerte de contar con la colaboración de JESÚS SERRANO, otro de los artistas de esta clase, que ha ilustrado las leyendas de sus compañeros y que ha sabido reflejar en sus dibujos la esencia de las historias.
Por cierto, chicos y demás blogueros, ¿adivináis qué lugar es el de la fotografía?



Una fría mañana de octubre Alonso y Beatriz estaban sentados en la valla del establo.

- Mañana parto de Castilla. Y todavía no me has demostrado tu amor hacia mí- dijo Beatriz molesta.
- Te lo demostraré esta misma noche. Sólo dime lo que quieres que haga por ti.
- Quiero que pasemos toda la noche en el Monte de las Ánimas, pues me han contado muchas leyendas sobre ese lugar. Y quiero descubrir si son ciertas.
- Eso haremos, mi amada Beatriz- dijo Alonso entusiasmado.


Esa misma noche, noche de Todos los Santos, Beatriz y Alonso partieron del pueblo hacia el Monte de las Ánimas. Durante el camino se encontraron rastros de sangre, cadáveres, serpientes, lobos...A medida que fueron subiendo hacia la cima Beatriz sentía más miedo.

- ¿Por qué no regresamos? Creo que no ha sido buena idea venir aquí. Hace mucho frío y está empezando a llover- dijo Beatriz asustada.
- De eso nada, quiero demostrarte que mi amor es verdadero. Aunque me cueste la vida.
- No digas tonterías Alonso, vámonos de aquí.

De repente sonaron las campanas de la capilla del monte, señal que marca las doce de la noche. Beatriz y Alonso se quedaron aterrorizados, puesto que esa capilla estaba en ruinas y esas campanas no habían sonado jamás. Entonces Alonso cogió a Beatriz en brazos y huyeron colina abajo. Pero ya era demasiado tarde. Alguien o algo les obstaculizó el camino. Quisieron ir marcha atrás, pero se dieron cuenta de que estaban rodeados por cientos de espectros. Beatriz quiso gritar, pero no lo consiguió. Entonces Alonso la dejó en el suelo, detrás de él, y envainó su espada.

- ¡Ilusos mortales! ¿De verdad pensáis que nos vais a derrotar con una simple espada? ¡Estamos muertos!- resonó una tenebrosa voz dentro de las cabezas de Alonso y Beatriz.

- ¿Quiénes sois? ¿Qué queréis?- dijo Alonso, valiente.
- Siempre las mismas preguntas... Somos ánimas en pena, lo único que tenemos es sed de venganza.

Al terminar de decir esto los espectros se abalanzaron contra Alonso y Beatriz. Alonso intentó luchar, pero su espada no les hizo ningún daño. De repente se dieron cuenta de que un agujero negro, negro y muy amplio se los estaba tragando. Intentaron salir de él, pero no lo consiguieron. Todas las ánimas se empezaron a reír con carcajadas tenebrosas.

- Nunca volveréis a ver la luz del día- dijo una de ellas. Alonso se dio cuenta de que tenían razón, y de que estaba todo perdido.
- ¿Si dejo que esta cosa me trague, liberaréis a Beatriz?- dijo Alonso, esperanzado.
- Las ánimas no negociamos.
- Alonso, siento mucho todo lo que te he hecho. Nunca debería haberte obligado a venir aquí, yo sé que me amas. He sido una caprichosa- dijo Beatriz entre lágrimas.
- Beatriz, te quiero.
- Yo también te quiero.
Cuando terminaron de decir estas palabras todo se volvió negro, oscuro y siniestro. A la mañana siguiente todo el pueblo empezó a buscar a los dos jóvenes enamorados. Pero no encontraron nada. Así pasaron los días, las noches, sin saber nada de Alonso y Beatriz. Nunca se supo lo que les pasó esa noche. Y nunca jamás volvieron a sonar las campanas de la capilla.

RAQUEL DEL SAZ 4ºC

Hace mucho tiempo en el Monte de las Ánimas, contaba una vieja leyenda que quien encontrara “la seta de oro” podría pedir un deseo y que se haría realidad. Esta seta se hallaba en ese monte, territorio que se encontraba en Castilla.
En el palacio, que estaba al lado del Monte de las Ánimas, vivía un joven caballero llamado Alonso, que estaba locamente enamorado de su prima Beatriz. Ella se iba al día siguiente y él fue a confesarle su amor.
Ella, al escuchar tal declaración, se quedó sorprendida, pero de forma maliciosa le dijo a Alonso:
-Demuéstrame tu amor pasando la noche en el Monte de las Ánimas.
Pero todavía tenía que pedirle otra cosa más...
Alonso, para demostrarle su amor, aceptó sin dudarlo, pensando que así su prima caería en sus brazos.
Sin embargo su prima le dijo una cosa antes de partir:
-Me tienes que traer la seta de oro, que dicen que aquel que se la coma, el deseo que pida se hará realidad.
Y él como un estúpido aceptó. Empezó a adentrarse en el bosque hasta que la oscuridad más tenebrosa le hizo desaparecer ante los ojos de su prima.
Como toda persona Alonso tenía miedo, sabía que tenía solo esa noche para encontrar la seta, pero, ¿por donde empezaría?
Alonso caminaba sin sentido, pasando por encima de cadáveres, que la mayoría de ellos se hallaban en descomposición, debido a la batalla que se había librado tiempo atrás. Pero, a lo lejos divisó una luz tenue que parecía venir de una casa. Alonso caminó hacia ella, hasta que vio a un enano al lado de una hoguera, que nada más verle le dijo:

-¿Tú crees que merece la pena hacer esto por una chica que no te quiere?-preguntó.
-¿Cómo sabes tú que yo he venido hasta aquí por una chica?-le respondió Alonso.
El enano se quedó pensativo durante un buen rato, pero miró a Alonso a los ojos y le respondió:
-Yo soy el guardián de la seta de oro y sé que has venido aquí porque te lo ha pedido tu prima.
-Señor enano, usted no sabe cómo me siento al verla todos los días, no poder besarla, y no escuchar un “te quiero” de sus labios, y si consiguiendo una seta o dos o tres hago que me quiera un poco, todo lo demás no importa -le contestó Alonso al enano-
-Alonso piensa un poco, ¿tú crees que ella te va a querer solo por encontrar una seta de oro? Ella te está utilizando solamente para conseguir lo que desea- le respondió el enano.

Alonso se quedó pensativo y su rostro cambió, ya que reflejaba una gran tristeza y le preguntó al enano:
-¿Dónde está la seta?
Y el enano respondió:
-En el hueco de ese árbol, que está a tu espalda.
Alonso se dirigió al árbol, cogió la seta y se la comió. Se despidió del enano y tomó el camino de regreso al castillo.

Alonso llegó hasta donde estaba su prima y ella al verle le preguntó:
-¿Y la seta?¿Dónde está la maldita seta?
Alonso le respondió:
-No había ninguna seta.
-¿Cómo que no? Alonso si no encuentras la seta, no te voy a querer nunca, ya que eres un inútil.
Alonso la miró fijamente a los ojos y con un tono de tristeza le contestó:
-Adiós - y se marchó.
Pero por otra parte Alonso estaba feliz, porque sabía que había utilizado de buena manera la seta, ya que el deseo que había pedido era desenamorarse de su prima y no volver a sentir nunca nada más por ella.

JESÚS MOTA 4ºC

La noche del 31 de octubre, noche de Todos los Santos, Alonso se va al Monte de las Ánimas a pensar en su amada Beatriz, su prima que está de vacaciones en Castilla. Detrás de un gran árbol, Alonso ve a la chica que le está mirando fijamente. Él, con un tono de ilusión en su mirada, va hacia ella.

-¡Hola! ¿Qué haces aquí en la oscuridad de la noche?-dijo entusiasmado.
-Estaba esperándote, quiero proponerte algo.
-Házmelo saber
-Si de verdad me amas, demuéstramelo esta noche.
Alonso se quedó dudoso un rato, y después aceptó el reto.
-¿Cómo te lo demuestro?
-Caza al animal más grande que encuentres.
Cuando Alonso parpadeó, Beatriz ya se había ido.


Alonso caminó por el monte durante horas entre los cadáveres de una sangrienta batalla, vio culebras, cuantiosas arañas; pero no le parecieron lo suficientemente grandes como para cazarlas.
Entonces lo vio: en la oscuridad, al lado de un enorme árbol, había un lobo. Alonso cogió su pistola y disparó hacia el lobo, que cayó desplomado al suelo. Pero vio que el lobo cambiaba de forma ¡el lobo era su amada Beatriz! Cuando Alonso descubrió que había matado a Beatriz, se apuntó con su pistola en el corazón y se disparó.

A los dos días, sus familiares encontraron los cadáveres, pero dicen que si pasas el 1 de noviembre a las doce de la noche, podrás ver los dos cadáveres de Alonso y Beatriz juntos para todas las noches de Todos los Santos.

TAMARA VARGAS
4º C

jueves, 29 de octubre de 2009

ANIMACIÓN A LA LECTURA

ACTIVIDADES PREVIAS A LA LECTURA DE TODOS LOS DETECTIVES SE LLAMAN FLANAGAN


Uno de los libros que vamos a leer este año en los grupos de 2º de la ESO es el titulado Todos los detectives se llaman Flanagan de Andreu Martin y Jaume Ribera, pero antes de empezar, hemos estado realizando una serie de actividades previas. Durante una sesión estuvimos leyendo y conociendo información sobre algunos de los detectives literarios más famosos como la Señorita Marple o Hercules Poirot obra de la gran escritora Ágatha Christie, Sherlock Holmes y Watson de sir Arthur Conan Doyle o nuestros famosos Mortadelo y Filemón. Curiosamente, la mayoría del grupo no conocía a ninguno de estos personajes de la literatura universal, salvo los dos últimos.



Luego nos pusimos manos a la obra y les tocó a ellos ponerse a escribir. El libro que vamos a leer está escrito por dos autores, así que la actividad la hicimos por parejas para que se pusieran en el papel de estos escritores y comprobaran cómo es la tarea de escribir conjuntamente con otro. A partir de una fotografía de diferentes personas, tenían que imaginar que era un detective famoso e inventar su historia, explicar cuál es su caso más famoso, en qué investigación está trabajando en ese momento…

Aquí os mostramos los resultados. Pincha sobra la imagen para leerlo bien. ¡Verás qué buen trabajo han hecho estos chavales!

















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miércoles, 28 de octubre de 2009

HOMENAJE A BERNARDA DE UTRERA

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Bernarda de Utrera, una gran cantaora flamenca, nació en Utrera (Sevilla) en 1927; en la misma ciudad acaba de fallecer. Ella y su hermana Fernanda debieron nacer ya con los genes del flamenco. Su abuelo, el Pinini, era un cantaor admirado, aunque no profesional.

En el año 1957, ambas cantaban en el tablao La Zambra de Madrid, despues lo hicieron en Las Brujas; grabaron discos; con el conjunto flamenco de Manuela Vargas recorrieron el mundo...

Aunque dominaba muchos palos del flamenco, dicen que bordaba las bulerías.

Fue reconocida y admirada por todos los flamencos. En 1995 se le concedió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.

Hemos encontrado un vídeo en el que una Bernarda joven y llena de vida canta unas maravillosas bulerías y se arranca a bailar. Es nuestro homenaje.


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EFEMÉRIDES

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RAFAEL ALBERTI
16 de diciembre 1902 - 28 de octubre de 1999
Hoy hace diez años que Rafael Alberti murió en El Puerto de Santa María (Cádiz), la misma ciudad que lo vio nacer.
Fue un muchacho despreocupado e inquieto bajo la luz deslumbrante del sur. Demasiado, quizás. Su familia, burgueses de origen italiano, soñaba futuros para el niño Rafael, y decidió que estudiara en los jesuitas del Puerto, encerrado en los mismos muros que contemplaron los ojos de Juan Ramón Jiménez. Pero el niño Rafael salió artista: quería ser pintor (¡ay, esa sangre italiana!).
La familia se desplaza a Madrid cuando Rafael tiene quince años. ¡La capital! El joven pintor entusiasmado con las vanguardias, las primeras exposiciones...; la muerte del padre: la primera poesía para expresar el dolor. Un cambio de rumbo: ahora, Rafael será poeta con el mismo entusiasmo con que había sido pintor, sin dejar de ser nunca pintor. La salud se resquebraja. La tuberculosis le ronda y se hace necesario internarlo en un sanatorio de la sierra. En la paz de la altura añora como nunca el mar.
Restablecido, vuelve a Madrid. La Residencia de Estudiantes, los jóvenes amigos poetas. El éxito: su libro Marinero en tierra (1925), en el que ha vertido toda su añoranza del mar, recibe el Premio Nacional de Poesía (en el jurado estaba Antonio Machado). Está plenamente integrado en la Generación del 27.
Los años que siguen son turbulentos, rápidos, sorprendentes, dolorosos: la crisis espiritual, el compromiso político, el amor y la unión con María Teresa León, la poesía, la revista Octubre, los viajes políticos por el mundo, la Guerra Civil, la poesía de circunstancias, María Teresa, la derrota, el exilio, la añoranza, el compromiso político, María Teresa...
En 1977 regresa a España y es elegido diputado por el Partido Comunista. María Teresa sigue a su lado, pero ya no está. La vejez, los reconocimientos. La vuelta a El Puerto a esperar la muerte.
Quizás no fue el mejor poeta de la Generación del 27, pero fue el más apuesto. Ese aire de señorito de El Puerto de su juventud, y en la vejez, cuando salió a la superficie toda su sangre italiana, su cabeza fue la de un condottiero dibujado por Leonardo. Me gusta recordarlo así, con su melena blanca, inmaculada.
De su poesía -tanta- rescato ese sentido y neopopular Marinero en tierra; Sobre los ángeles, su obra más surrealista; su libro A la pintura, en el que funde sus dos vocaciones; La arboleda perdida, su libro de memorias. Quizá también algún poema suelto, por ejemplo estos dos que os ofrezco a continuación "La paloma" y "A galopar". Llegaron a mí así, cantados por Joan Manuel Serrat y Paco Ibáñez, respectivamente, y forman parte de mi vida y mis recuerdos.
En el vídeo de Paco Ibáñez aparece el propio Rafael Alberti recitando y cantando (es un decir). Es una buena forma de recordarlo.
Lola Sevila













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martes, 27 de octubre de 2009

NUESTROS ESCRITORES

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Aquí tenéis otras entregas de conclusiones del cuento del peregrino. En fin, elegid el final que más os guste.

Siguieron el camino sin hablar; había un gran silencio en el bosque, cosa que suele ser rara. Pero de pronto el silencio se rompió con un gran estruendo. Se escuchaba un ruido que cada vez se acercaba más. Sin pensarlo, el padre y la hija echaron a corren sin parar. Pronto esa cosa dejó de perseguirlos.
- Papá, ¿estás seguro de que quieres seguir? –preguntó la chica.
El padre no contestó. Pronto se vio el sol asomarse y pudieron descansar después de toda la noche andando. Comieron un poco antes de echarse a dormir.

Llegó la noche y se pusieron en camino. Había llegado la oscuridad y las estrellas brillaban con intensidad. Tenían mucho frío, pero ninguno de ellos decía nada. De repente, un ruido se acercaba a ellos, un ruido cada vez más fuerte. Pero esta vez no hubo tanta suerte, los alcanzó y algo atacó al padre por la espalda. Tuvo que luchar con una cosa desconocida. La hija no sabía qué hacer y pensó en la bolsita que le había regalado su abuela antes de morir. “Sólo tienes que abrirla cuando estés en verdadero peligro”, recordó la niña que le había dicho. No se lo pensó más y abrió la bolsa. Salió una estrella que brillaba con gran intensidad. La estrella acabó con aquel animal y los llevó volando por encima de las nubes. El padre no sabía qué decir. Volaron y volaron hasta llegar a Santiago. El padre se sintió muy orgulloso de su hija. La estrella desapareció y la niña recordó a su abuela con un gran cariño. Gracias a ella habían terminado su camino.

Miriem El Abdellaoui, 2º C




Esa noche había luna llena y se podían guiar un poco gracias a su luz. Mientras caminaban oían los ruidos de los animales, pero ninguno decía nada. Manuel –que así se llamaba el peregrino- rompió el silencio.


-María, no te preocupes por mí, puedo hacer este viaje solo. No me gustaría que te pasase nada malo.
-No te preocupes, padre –respondió la hija-. No te dejaré solo, y cuando acabe este viaje, tengo algo que decirte.
-¿Qué me quieres decir? –preguntó Manuel.
-Lo sabrás tarde o temprano.

Mientras iban caminando y caminando, iba saliendo el sol. Eso quería decir que tenían que parar para descansar. María sacó unas frutas para comer. El rey, en su palacio, mandó a un esclavo a que los vigilase para que no hicieran trampas.

María le dijo a su padre que iba a buscar agua. Su padre le dijo que tuviese cuidado. No quería que le pasase lo mismo que a su madre cuando ella era pequeña. Después de un rato la hija volvió.

-He puesto trampas en los alrededores para luego comer algo –dijo María.
Casi había anochecido cuando la hija encontró un duende mágico en una de las trampas. María se asombró. Ella creía que los duendes no existían, pero no tardó en descubrir que se equivocaba.
-Hola, ¿cómo estás? –dijo el duende.
-Bien, ¿y tú? –le contestó la niña.
-Pues mal, ya lo ves. Si me sacas de aquí, te concederé dos deseos.

Después de liberar al duende, María fue hacia donde su padre, que estaba sentado en el suelo.
-Padre, despierta. Mira lo que he encontrado en una de mis trampas.
-¡Un duende! –dijo sorprendido el padre.
-Sí, y nos concederá dos deseos.
-¿Cuáles van a ser esos deseos? –preguntó el duende.
-El primero es que nos lleves al final de nuestro camino –dijo María.
-Eso está hecho –contestó el duende.
Y aparecieron cerca de los soldados del rey que estaban en Santiago.
-El segundo, que el rey me perdone y no me encierre en las mazmorras de su palacio –pidió el peregrino.
El rey lo perdonó y le dijo que podía volver a su casa. Una vez en ella, la hija le dijo a su padre:
-Padre, encontré en el bosque una bolsa que contenía las joyas robadas del rey.
-Pero bueno, como ya me han soltado, las utilizaremos para irnos de aquí –contestó el padre.
Esa noche los dos desaparecieron.

Joe Luis Lapo, 2º A

Esa misma noche se pusieron en camino. El pobre hombre estaba preocupado pensando que estaba perdido, y no sólo él, también su única hija, Isabel. Desolado, siguió su duro camino. Pasaron noches y noches de terror: cada sonido, cada ruido les hacía temblar el corazón.

Pasaron noches terribles, pero una noche se encontraron con un ser muy extraño. Cuando lo vieron por primera vez se asustaron, pero él les dijo que no se asustaran, que solo los quería ayudar. Era un hombre-caballo que vivía en el bosque. Tenía una gran melena rubia y brillante. La chica se quedó asombrada. El pobre hombre le contó lo que le había ocurrido, y el hombre-caballo, que se llamaba Aurelio, les dijo que él los acompañaría.

Pasaron largas noches de tormentas, de viento, de frío y de lluvias. Aurelio se fijaba en que Isabel, cuando descansaban durante el día, siempre, siempre sacaba una bolsita y le daba un beso. Un día Aurelio se acercó y le dijo:

-Oye, Isabel, ¿me podrías decir qué tienes en esa bolsita?
-Algo muy importante. Cuando lo miro siento tristeza. Son poemas que me hacía mi madre cuando yo era pequeña. Mi madre murió cuando yo tenía 12 años.
-Lo siento, Isabel.

Aurelio le comentó al padre que Isabel estaba muy triste. El peregrino también lo estaba porque creía que nunca llegarían. El hombre-caballo les dijo que todavía quedaban cinco noches más de camino. La muchacha, aunque estaba muy cansada, se levantó y siguió caminando. Mientras, Aurelio le confesó al padre que estaba enamorado de Isabel y que quería casarse con ella. El hombre le contestó que tenía que pensarlo, porque era su única hija y la quería mucho. Además, todavía tenían que terminar el camino.

-Si es por el camino, yo sé que lo conseguiremos –le dijo Aurelio.
-Además de eso, no sé si mi hija querrá. Permíteme que se lo pregunte –le contestó el peregrino.

Aurelio cogió un día una rama, hizo un bonito círculo y puso en el centro una flor. Se lo mostró a Isabel y le dijo:

-¿Te quieres casar conmigo?

A la muchacha, emocionada y asombrada, le salió de su dulce boca un cariñoso SÍ.

Cuando ya no faltaba nada para el final del camino, encontraron a unos hombres del rey que les dijeron que ya se había encontrado al culpable y que él no había sido. El peregrino se quedó roto de rabia por haber tenido que caminar tanto, pero contento por la felicidad de su hija…

Asmahan El Khader, 2ºA



Mientras el humilde ciudadano se estaba alejando de su vieja y antigua casa, lugar donde nació, su hogar, pensaba que en aquella casa pequeña, en la esquina de la calle de la Torre, se guardaban tantos recuerdos que quería morir allí. Había decidido que su hija no lo acompañara para no exponerla a ningún peligro.

Uno de sus amigos, el fraile Tomás, le preguntó si quería que lo acompañara en su difícil e inoportuno viaje. Pero el honesto hombre rechazó su propuesta, pues el castigo era suyo, no de otra persona.

El buen hombre salió de su ciudad natal justo al ponerse el sol. El hombre, desde pequeño, tenía fobia a la oscuridad. Las primeras noches iba con mucho cuidado porque se oían muchos ruidos raros, como si alguien lo persiguiera. Durante el día, descansaba debajo de algún árbol o al lado de un manantial.

Cuando ya iba por la mitad del camino, empezó a ver sombras que lo seguían. Decidió esconderse para sorprender a su perseguidor. Así lo hizo, y descubrió que se trataba de un guardia real de la Corte del Rey. El peregrino siguió su camino como si nada.

Al siguiente día, el hombre se dio cuenta de que poquito a poco se estaba acercando a Santiago de Compostela, y comprendió que por la noche no necesitaba ni una lámpara ni nada de ese tipo, porque la luz de la luna y de las estrellas era tan intensa que se veía a la perfección. Se acordó de que su hija le había guardado algo muy cuidadosamente en su saco. Lo buscó y lo sacó. Era una especie de aparato de madera con dos lentes, una en cada lado. Miró al cielo por uno de sus lados y lo que vio fue verdaderamente fantástico. Quedó como alucinado: era un camino en las estrellas. El hombre lo siguió todas las noches y, por fin, llegó a Santiago de Compostela. Allí le esperaba el rey, su hija y los soldados. El rey le dijo:

-Buen hombre, ahora sé que eres inocente. No has intentado escapar y las estrellas te han guiado hasta aquí. Te ruego que me perdones. Además, voy a concederte un deseo.
- Deseo volver a mi casa con mi hija, y dar un gran banquete en honor de Santiago de Compostela –contestó el peregrino.

Roberto Slaniceanu, 2º C
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lunes, 26 de octubre de 2009

NUESTROS ESCRITORES

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A los alumnos de 2º de la ESO se les ha dado el inicio de un cuento, y se les ha pedido que lo continúen y que hagan un dibujo alusivo a su relato. La verdad es que hay algunos que apuntan maneras. No podemos reproducir todos los trabajos, así que hemos seleccionado algunos. Aquí tenéis el comienzo del cuento y algunas de sus continuaciones. Mañana más.

EL CAMINO DE SANTIAGO

En un pueblo de España sucedió que metieron en la cárcel a un hombre inocente. Lo acusaban de haber robado en el palacio del rey y pensaban encerrarlo para toda la vida. El acusado dijo al rey:
- Señor, yo te aseguro que soy inocente. Si me condenas, serás culpable de una injusticia.

El rey se quedó pensativo y luego contestó:
- Aunque todos me dicen que tú eres el culpable, voy a cambiarte el castigo. En vez de permanecer preso en mis mazmorras tendrás que ir en peregrinación a Santiago de Compostela, con una condición: que solamente camines durante la noche. Podrás descansar durante el día. No podrás llevar ninguna lámpara para el camino... Y no intentes huir. Te encontraré aunque te trague la tierra.


El acusado pensó que estaba perdido. La noche era el momento preferido por los bandoleros y las fieras. Los precipicios y barrancos abrirían sus bocas para devorarle. Desalentado, regresó a su casa.

Tristemente, contó a su hija su condena y empezó a preparar el viaje. Su hija también hizo un hatillo para acompañarle, guardó algunas provisiones y una pequeña bolsita que ella trataba con mucho cuidado.

Se pusieron en camino aquella misma noche mientras los vecinos –que querían mucho al peregrino y a su hija- se asomaban a las puertas y ventanas para darles el adiós de despedida.

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Cuando terminaron de despedirse, iniciaron aquella peligrosa travesía. El peregrino y su hija iban muy despacio, pues el camino era pedregoso y resbaladizo. Pero serían blanco fácil de fieras y bandoleros si no aligeraban.

Llevaban tres noches andando cuando unos bandoleros los sorprendieron. No llevaban dinero, por lo que se llevaron las provisiones y los escasos objetos de valor que poseían. Aunque sabían que debían seguir andando, decidieron dormir. Al despertar, el peregrino descubrió a su hija junto a su pequeña bolsita.

-¿Qué llevas ahí, hija mía? –preguntó intrigado el padre.
-Llevo el colgante de madre y el corazón de mi amado junto a su nombre, padre –contestó la joven mientras le enseñaba el colgante.

El colgante era una tira de cuero de la que colgaba una estrella azul y al lado un corazón de cristal en el que estaba grabado el nombre de Rodrigo.
Poco antes del amanecer se dieron cuenta de la falta de alimentos.

-Sin provisiones no llegaremos vivos –dijo preocupado el padre.
-Sí podemos o, al menos, intentarlo. Porque somos valientes, padre –le replicó la muchacha llena de esperanza.

Después de esta conversación, reemprendieron su viaje. No tenían ni comida, ni agua y la debilidad hacía mella en ellos. Pronto serían advertidos y devorados por las fieras. Un día, el peregrino empezó a cavar un hoyo con sus manos. Su semblante estaba serio y sereno mientras cavaba, pero dolorido y rabioso cuando enterraba a su hija muerta junto a la estrella y al corazón. Justo después, toda su fortaleza se deshizo como el azúcar al contacto con el agua.

El peregrino terminó el Camino de Santiago, luego volvió a su ciudad. Al llegar fue a hablar con el rey, quien le informó de que el verdadero culpable había sido descubierto y debidamente castigado.

-Un lamentable error. Mandé buscaros a vos y a vuestra hija… -le dijo el rey.

El peregrino estaba roto por dentro. Salió corriendo sin esperar que el rey terminara. Corrió calle abajo, mientras sus vecinos lo miraban con lástima. Al llegar a la esquina, giró a la derecha y se metió en casa de Rodrigo. Éste escuchó atentamente lo que le había pasado a su amada. Cuando el peregrino acabó de contárselo, le dijo:

-Cuando yo no esté, quiero que se me entierre junto a mi hija, y la casa te la puedes quedar junto con los pocos bienes que tengo.

Poco después, lo encontraron muerto en su casa. Rodrigo fue a ver al rey, y le dijo:

-Quiero que se me entierre junto a mi amada y a su padre.






El peregrino y su hija se pusieron en camino ese mismo día por la noche. Los bandoleros los persiguieron. La hija del peregrino abrió la mochila que llevaba y sacó una caja muy pequeña que hacía desaparecer todo lo que se interponía en su camino. Los bandoleros le dijeron a la chica que no les hiciera nada o los encerrarían en una mazmorra para toda la vida y así no conseguiría nada. La hija los dejó ir, pero con una condición: que a su padre le dejaran caminar por un día ante la luz del sol. Los bandoleros pensaron que, si no aceptaban, les harían desaparecer y lo pasarían mal. Entonces aceptaron.

El peregrino y su hija siguieron su camino, pero de pronto… se cayeron por un acantilado. Más tarde, aparecieron tumbados frente a un iglesia. No sabían cómo habían llegado hasta allí. Unos vecinos, al ver que estaban inconscientes, los llevaron a su casa para que se recuperasen de tan fuerte caída. Luego los llevaron a la iglesia que era el fin de su recorrido. Cuando despertaron, vieron cómo todo el mundo estaba esperando para entrar en la iglesia. Se tomaron un vaso de agua y volvieron a casa.

Silvia Olmedo, 2º C


El acusado y su hija pusieron rumbo a Santiago de Compostela. Anduvieron durante toda la noche. Al hacerse de día, extendieron una manta en el suelo y se acostaron.

Pasaron días y días, noches y noches, pero aún les quedaba un largo camino por recorrer. Una noche, sin saber la razón de por qué pasó, un disparo atravesó el cielo. Fueron corriendo a esconderse, pero los encontraron. Eran caballeros del rey que venían para advertirles que estaban tardando mucho, que tenían que darse prisa, o si no, los matarían.

Estaban tan cansados que se acostaron. Al despertarse, Marie se dio cuenta de que estaba amaneciendo. Se les había pasado la hora. Habían perdido mucho tiempo, pensó Marie. Fue corriendo a despertar a su padre y descubrió que le habían clavado una espada en el corazón. Entre lágrimas, Marie juró que terminaría el camino, que lo haría por su padre, que se haría justicia por lo que habían hecho; pero, sobre todo, que se arrepentirían mucho, muchísimo.

Entonces, Marie sacó de su pequeña bolsita una concha que le había regalado su madre minutos antes de morir, cuando apenas ella tenía tres años. Cogió un hilo y se la colgó a su padre en el cuello despidiéndose de él para siempre.

Marie terminó el camino hasta Santiago de Compostela. Volvió a su casa, triste y desesperada, pensando que algún día se haría justicia. Años después, Marie se enteró de que mucha gente quería hacer el camino que ella y su padre habían realizado, y lo hacían en honor de un hombre que había luchado por su libertad dando su vida.

Javier Flores, 2º A



Esa noche comenzaron a caminar para salir de la provincia de Burgos. Por el camino, padre e hija comenzaron a hablar sobre los motivos por los que el hombre fue condenado. El padre le dijo que había intentado pedir ayuda al rey para mejora la situación económica del pueblo y, como le negaron la entrada en palacio, se coló. Al descubrirlo, lo acusaron de robar. La hija le dijo que no se preocupara, que harían el camino y quedaría libre.

Durante el día dormían para caminar de noche. En la tercer noche entraron en un bosque. allí vivía un grupo de ladrones que robaron todo menos el hatillo, que la hija había escondido. Al no tener comida ni dinero, iban pidiendo ayuda por los pueblos por los que pasaban.

Una noche llegaron a un pueblo donde los acogió una familia que tenía un niño enfermo, del que el médico le había dicho que no sobreviviría. La hija del peregrino sacó el hatillo en el que guardaba unas hierbas y, al dárselas, el niño mejoró. La noticia de la cura se extendió y llegó al palacio del rey, quien había enfermado hacía un tiempo.

El peregrino y su hija habían llegado a Santiago de Compostela, donde recibieron noticias del rey para que fueran al palacio. Tardaron varios días, y cuando entraron a ver al rey, éste se encontraba con mucha fiebre. La hija del peregrino sacó el hatillo y preparó las hierbas para dárselas. Mientras éste se recuperaba, el peregrino y su hija se quedaron a vivir en el palacio. Al sanar el rey, le quitó la condena por haber cumplido el trato y, como le habían salvado la vida, aceptó la petición para ayudar al pueblo del peregrino.

Ana Isabel López, 2º A
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domingo, 25 de octubre de 2009

Crítica a Ágora de Alejandro Amenábar

ÁGORA de Amenábar












Aquí tenéis un nuevo trailer de la película Ágora de Alejandro Amenábar.



Ya os había hablado de ella en la solución del anterior Enigma pues precisamente la Esfinge preguntaba por la protagonista de esta película, por Hipatia de Alejandría.


El sábado de la semana pasada fui a verla y ¿qué os puedo explicar?







En primer lugar, creo que la ambientación y los decorados están muy conseguidos y son totalmente creibles pues corresponden perfectamente al Egipto romano y a aquella época, el siglo IV d.C. Por tanto y sin demasiado esfuerzo, parece que estamos inmersos en aquella Alejandría donde confluía la heterogeneidad al ser un crisol de culturas, de creencias y de formas diferentes de pensar.


Pero no esperéis encontraros escenas de batallas de masas como en Troya o en Alejandro Magno porque no las encontraréis.




Lo que veremos es una clase de astronomía dirigida por la maestra Hipatia en los albores de la intolerancia cristiana. Parece abstraída durante toda la película en disquisiciones astronómicas y matemáticas mientras a su alrededor se desvanece el mundo antiguo por culpa de los fanatismos.

Quizá sea ese academicismo y esa abstracción lo más criticable de la película.


También estaremos ante una lucha de las tres religiones que coexistían entonces en Alejandría, la pagana, la cristiana y la judía, de tal forma que realmente ninguna está por encima de la otra a nivel moral.





Por contra, Hipatia, a falta de datos contrastables, es una adalid del pensamiento racional, tolerante, relativista y global en esa época convulsa en la que empezó a primar precisamente lo contrario, el oscurantismo fundamentalista de los pujantes cristianos que venían de haber estado proscritos y sometidos.




Hipatia es una voz que aspira a hacer del mundo entero un ágora donde todos los seres humanos, sin distinción de raza, ideología o creencia, puedan intercambiar opiniones y enriquecerse mutuamente, así como dar protagonismo al estudio, al aprendizaje y a la conquista de la sabiduría.

Es la razón contra la sin-razón.

En cierto momento dice Hipatia al obispo cristiano de Cirene:

-"Tú no puedes cuestionarte nada, yo debo."



¿Y la transformación que se hace de la Biblioteca, de aquella fuente de saber, en un gallinero, en una completa cuadra?





Si los libros son el legado de una cultura, es ahí donde primero va atacar una cultura a otra para poder imponerse y ser la "verdadera", eliminando así cualquier rastro que ponga en tela de juicio "su verdad". Por eso, una vez más, se vuelve a arrasar con la Biblioteca-hija.


Así ha sido siempre y así es como los pueblos han sido manipulados. Pues cuanto más ignorante e inculto es un hombre al sele negado el conocimiento, más podrá ser llevado de un lado a otro y mecido por los intereses de los poderosos o de quienes quieran.

Si podéis, id a verla para disfrutar sobre todo de su ambientación, sus diálogos y sus profundas enseñanzas:
NO A LOS EXTREMISMOS
NO A LOS FANATISMOS
Mª Jesús Prieto

sábado, 24 de octubre de 2009

FIESTA DE LA TRASHUMANCIA

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Desde hace dieciséis años se repite esta escena: cientos de ovejas se pasean con sus pastores por el centro de Madrid. Aunque parezca mentira, la calle Alcalá sigue siendo una cañada real; es decir, una vía de paso del ganado. Explicar eso supone remontarse muy atrás en el tiempo.
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En 1273 el rey Alfonso X concedió al Concejo de la Mesta de los Pastores el privilegio de que pudieran moverse libremente con sus rebaños, a cambio, tenía que entregar cinco ovejas de cada mil a la Corona. Durante siglos, millones de ovejas transitaron anualmente entre las montañas del norte y los valles del sur de la Península. Los caminos de paso se denominaban cañadas reales y nada ni nadie podía impedir que por allí pasasen los rebaños.
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Pues bien, lo que hoy es la calle Alcalá era y es una cañada real, y hasta hace relativamente poco, era normal ver pasar por esa calle a las ovejas que en otoño y en primavera regresaban o se dirigían a Extremadura. Lo cuenta el escritor Corpus Barga (1887-1975) en su deliciosa obra Los pasos contados (obra excelentemente escrita e imprescindible para conocer la vida cotidiana del Madrid entre los siglos XIX y XX): los pastores, los perros, las ovejas, la gente que los contemplaba, las mozas de fortuna, las pulgas de un Madrid que no había dejado de ser un poblachón manchego, mezclándose con las garrapatas agrestes.
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El acto que se ha celebrado hoy tiene una carácter festivo y pintoresco: se pretende recrear las tradiciones y las constumbres pastoriles; pero también es un acto reivindicativo: a pesar de los tiempos cibernéticos que vivimos, las ovejas siguen siendo ovejas, y un millón de ellas siguen yendo de acá para allá, aunque las vías pecuarias (cañadas) sufren infinitos atentados: convertidas en carreteras, atravesadas por autopistas, inundadas por urbanizaciones de adosados o poblados chabolistas...
Además, este año quiere ser también un homenaje a la mujer rural, ese portento de la naturaleza.
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El presidente de Trashumancia y Naturaleza, una de las organizaciones que promueve este pintoresco acto, ha defendido el valor ecológico de la trashumancia y ha solicitado la protección de las cañadas reales, o lo que queda de ellas.
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En fin, para terminar, aquí tenéis esta canción popular que viene que ni pintiparada

Ya se van los pastores
a la Extremadura.
Ya se van los pastores
a la Extremadura.
Ya se queda la sierra
triste y oscura.
Ya se queda la sierra
triste y oscura.

Ya se van los pastores
hacia la majada.
Ya se van los pastores
hacia la majada.
Ya se queda la sierra
triste y callada.
Ya se queda la sierra
triste y callada.

Ya se van los pastores,
ya se van marchando.
Ya se van los pastores,
ya se van marchando.
Más de cuatro zagalas
quedan llorando.
Más de cuatro zagalas
quedan llorando.
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Estas ovejas han venido de Extremadura y mañana seguirán su camino hacia Soria ("Soria pura, cabeza de Extremadura", que decía Machado -otra cita literaria-). Aquí nos han dejado el sabor del agro que Madrid sigue teniendo en sus entrañas. No olvidemos que Cibeles es diosa de la agricultura y que el patrón de Madrid es un labrador. Les deseamos un feliz viaje.

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