domingo, 21 de marzo de 2010

POESÍA Y PRIMAVERA

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Tras la música, nuestra tradicional poesía de primavera. Esta vez nos toca Fernando Pessoa, el gran poeta portugués y del mundo.
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Fernando Antonio Nogueira Pessoa nació en Lisboa el 13 de junio de 1888. Es uno de esos escritores extraños, de vida discreta, que se adecua poco a la imagen de genio estrafalario que se tiene de los literatos, al menos aparentemente.
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Su padre falleció cuando él tenía sólo cinco años, y su madre se volvió a casar dos años después con un militar cónsul en la colonia británica de Natal (hoy República Sudafricana). Allí crece y convierte el inglés en su segunda lengua: en inglés escribirá su primeros textos y estudios, y seguirá escribiendo en inglés durante toda su vida. Su cultura será muy británica.
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En 1905 se instala definitivamente en Lisboa donde se ganará la vida como traductor de correspondencia comercial. Escribe en diferentes revistas y periódicos, traduce a autores británicos, está en contacto con otros escritores e intelectuales portugueses; pero lleva una vida modesta, discreta y algo desordenada.
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Una de las características de Pessoa es el uso de heterónimos. Es decir, firmaba con diferentes pseudónimos, que en realidad eran auténticos personajes, puesto que cada uno tenía su personalidad, su estética, su ideología, etc. Así, Álvaro Campos era un ingeniero de educación británica, poeta decadentista que evoluciona hacia el futurismo; Ricardo Reis, monárquico y latinista, es autor clásico y depurado; Álvaro Caeiro es un campesino sin estudios, autodidacta, que escribe una poesía estéticamente simple, pero filosóficamente compleja... ; y había más. Así, transformándose en uno o en otro de sus heterónimos, Pessoa fue creando una literatura compleja, variada, rica...
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Falleció en Lisboa el 30 de noviembre de 1935.
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Y sin más preámbulos, os dejamos su poesía:
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PRIMAVERA SOSEGADA
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Despierto siempre antes que raye el día
y escribo con el sueño que perdí.
Después, en el torpor que el alma enfría,
la aurora aguardo, que ya tantas vi.
Miro, olvidado, el ceniciento verde
que azula de los gallos el cantar.
¿Qué es malo no dormir? Uno se pierde
lo que la muerte da para empezar.
Oh primavera sosegada, aurora,
enseña a mi torpor, que el alma enfría,
qué es lo que al alma lívida colora
con lo que ocurrirá durante el día.
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