martes, 29 de mayo de 2012

HACE 30 AÑOS...ROMY SCHNEIDER: LA BELLEZA Y EL TALENTO


Hoy hace 30 años murió Romy Schneider. Murió unos meses después de que su hijo, un niño aún, falleciera de una manera terrible; destrozado por una verja que le perforó los intestinos.
Se cuenta que la encontraron muerta mientras intentaba escribir una carta.
Murió de pena.

Antes de esta tragedia y de una vida en la que no pudo ser feliz con historias de amor fracasadas y una pasión por Alain Delon que la marcó toda su vida, nos ofreció a los amantes del cine momentos mágicos que sólo ella podía darnos. Era bella e inteligente. Tan inteligente que cuando quiso romper con sus primeras películas en las que interpretó a una almibarada Sissi, lo hizo con talento y firmeza. Y apostó por hacer una Sissi completamente diferente, mucho más cercana a la mujer, harta del encorsetado modelo ideal de princesa perfecta que otras ahora mismo -y estoy pensando en nuestra Leticia- nos intentan vender.
Con
Visconti, en una película algo larga y pesada, pero en la que Romy está maravillosa.

 






Es una de las cualidades de Romy Schneider. Ninguna de sus películas es perfecta; sólo ella lo es. Y sólo ella, muchas veces, salva una película penosa o mediocre.
Un buen ejemplo es El Cardenal de Otto Preminger.
Es una película con algún detalle interesante, es la historia de un cura que se compromete en causas bastante progresistas para la época. Tiene un momento de duda existencial y en ese periodo conoce a una austriaca, interpretada por Romy Schneider. El protagonista apostará por Dios y sacrificará el amor terrenal. Uno se pregunta si no se equivocó en la elección. Como siempre, la aparición de Romy Schneider es mágica.




Ya desde niña quiso trabajar con Orson Welles. Pudo hacerlo en El proceso.
Es vitalidad y sensualidad arrolladora.


En Lo importante es amar de Andrei Zulawsky, Romy hace su mejor papel. Es una película con muchos defectos y algunas virtudes. Y sobre todo, con una Romy Schneider que nos emociona, que nos proporciona momentos maravillosos como éste.

 


La escena final es uno de los más hermosos y tristes finales que el cine me haya dado nunca...
Han dado una paliza al protagonista; pero frente a la inhumanidad de los demás, ahí está la humanidad, la maravillosa ternura condenada a la derrota de Romy.





En La muerte en directo de Bertrand Tavernier interpreta a una mujer que sabe que va a morir. Necesita el dinero, para que su hijo pueda vivir cuando ella no esté.



Bajo una crítica despiadada a reality shows tan de moda años después, hay una emoción soterrada, intensa, verdadera como sólo ella podía darnos...




Pero será con Claude Sautet donde encontremos sus mejores películas.

Así empieza Una historia simple o Una vida de mujer. Sólo un primer plano de Romy. Pocas actrices enamoran a la cámara como ella. Pocas pueden decir tanto con tan poco.




Si la historia empieza con un aborto, el final es un canto a la vida, a un niño que sí va a nacer y de una mujer libre.

En Las cosas de la vida, es la historia de una mujer que lo pierde todo -el amor de su vida- en un accidente de tráfico.


Aquí tenemos la canción cantada por los dos protagonistas.



En Max y los chatarreros, en una, en apariencia, historia de ladrones y policías para salvar a una mujer, una prostituta, un hombre sacrifica todo lo que tiene por amor.




Entiendes porqué lo hace, sin duda.



En El tren, una película francesa, él tiene la oportunidad de abandonar a la mujer que interpreta Romy y salvarse. Pero no lo hace, ¿por qué?
¿Hace falta hacer esa pregunta?




Romy Schneider nunca morirá. Mientras nos siga emocionando, estará viva.

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