lunes, 25 de octubre de 2010

NUESTROS ESCRITORES

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LA GAVIOTA Y EL GATO

Los alumnos de 2º E han tenido que continuar el fragmento de Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar, de Luis Sepúlveda. Han salido algunas narraciones intersantes. Aquí tenéis una muestra.

Para los que no conocen la historia:

La gaviota Kengah se ha visto afectada por un vertido de petróleo en el mar. Con gran esfuerzo consigue llegar a tierra, donde se encuentra a Zorbas, un gato grande, negro y gordo que estaba tranquilamente tomando el sol. Kengah sabe que le queda poca vida, pero con sus últimas fuerzas pone un huevo y le hace prometer al gato que no se lo comerá, que cuidará del pollito cuando nazca y que le enseñará a volar. Zorbas lo promete y corre a buscar ayuda. La gaviota muere antes de que vuelva. A partir de ahí...

La gaviota todavía estaba con vida, pero como no se fiaba del gato, se hizo la muerta para ver si Zorbas intentaba comerse el huevo que estaba a su lado. Cuando llegó el gato vio a Kengah tirada en el suelo y el huevo a su lado, y pensó en comérselo. Se fue acercando poco a poco al huevo y cuando lo cogió con sus zarpas y abrió la boca, la gaviota se levantó y gritó. Esto asustó al gato y soltó el huevo, que cayó sobre una piedra, pero no pasó nada, aunque al rato se rompió la cáscara y salió el pollito. La gaviota se alegró mucho de poder ver a su hijo antes de morir. Zorbas le pidió perdón y Kengah lo perdonó, pero le dijo que cuidara de su hijo hasta que aprendiera a volar. El gato aceptó.

Pasado el tiempo, el pollito ya sabía volar y encontró una nueva familia. Zorbas y la gaviota habían muerto.

Azzadine Faress

Zorbas, al llegar con su dueño, vio que Kengah ya no estaba entre los vivos. El dueño del gato cogió la gaviota, la puso dentro de una bolsa y se la llevó. Zorbas, rápidamente, se dio cuenta de que había un huevito blanco con pintas azules. Al ver eso, se puso a llorar. Estaba muy triste por la muerte de Kengah. Zorbas estaba confundido, no sabía qué hacer con ese huevito, se hacía preguntas a sí mismo.

-¿Cómo le voy a enseñar a volar a este pollito? Yo ni siquiera sé volar.

Pasaron varios días hasta que nació el pollito. El pequeño sabía que Zorbas no era su madre, pero aun así lo quería como si lo fuera. El gato tenía a veces malos pensamientos, que eran comerse al pollito, pero debía resistir la tentación. Se acordaba de la promesa que le hizo a Kengah: “Cuidar del pollito”.

Zorbas no sabía volar, pero pasaba su tiempo libre observando cómo lo hacían los pájaros. El gato intentó enseñar al pollito. Le dijo: “Primeramente, debes tomar impulso y luego mover tus alas arriba y abajo, así sucesivamente”. El pollito intentó hacer lo que Zorbas le decía, pero no consiguió volar al primer intento, ni tampoco al segundo. El gato lo animaba a seguir intentándolo. El pollito cogió un impulso exagerado y a la vez movió las alas arriba y abajo como le decía, y se dio cuenta de que sus patas se estaban alejando del suelo.

Zorbas estaba contentísimo de que al final lograra volar. El pollito le dio las gracias por enseñarle y mientras le daba las gracias al gato, vio un grupo de gaviotas volando hacia el Sur. La pequeña gaviota decidió unirse a ellas.

El gato estaba triste y a la vez feliz, porque al final había cumplido la promesa que él le hizo a Kengah.
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Clement Samuel Mbowa
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Después de unos minutos, llegó Zorbas y vio a la gaviota tirada en el suelo y a su lado el huevo. Dijo el gato: “¡Kengah, Kengah!; pero no respondió. Zorbas tocó a la gaviota y no se movía.

-Kengah, Kengah, no te mueras, despiértate –le dijo mientras empezaba a llorar.

Luego cogió el huevo, se lo llevó a su casa y se puso a pensar qué podía hacer con él. Después de una semana, se empezó a romper el cascarón y salió un pollito. Zorbas lo cogió y le dio de comer. Cuando creció, el gato le enseñó a volar y así vivieron felices.

Mohamed El Moussaoui

A la gaviota se la llevaron y el gato se quedó con el huevo. Al día siguiente llegó la noticia de que la gaviota había sobrevivido. El gato fue al hospital a visitarla y se llevó el huevo. Kengah, muy orgullosa y emocionada, le dio las gracias al gato por no haberse comido el huevo y le pidió que se lo devolviera.

-No, este huevo es mío, yo le he dado la vida- le respondió Zorbas.
La gaviota se echó a llorar preocupada y grazó: “Por favor, pero si los gatos no ponen huevos…”. El gato la interrumpió: “Y tú qué sabrás”. Kengah se levantó de la cama y empezaron a pelearse por el huevo hasta que, ¡plaf!: el huevo cayó al suelo, el cascarón se partió en dos y salió un pollito a medias hecho. Los dos fueron a socorrerlo.

Pasaron los meses y el pollito, con los cuidados de su padre, el gato, y de su madre, la gaviota, creció y se formó bien. Con el paso del tiempo, Kengah y Zorbas se enamoraron, se casaron y vivieron felices para siempre.

Ewelina Sega

Después de un rato, llegó Zorbas y vio a la gaviota tirada como si estuviera muerta, y vio a su lado un huevo. Bajó corriendo.
-¡Kengah, háblame, responde, no te mueras! –dijo el gato. Y siguió hablándole, pero no respondía. Se puso a llorar y a llorar.
-¿Por qué se ha muerto? ¿Por qué, Dios?
Y Zorbas agarró el huevo y se lo llevó lejos, donde estuviera bien. Después de varios días, se empezó a romper el cascarón y salió el pollito diciendo: “¡Mamá, mamá!”. En eso, el gato vio una familia de gaviotas y les dijo si querían cuidar del pollito. Le contestaron que sí, y Zorbas les dio las gracias.

Rafael Roca

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