sábado, 11 de junio de 2011

LA QUÍMICA Y LOS VAMPIROS



Para seguir celebrando el AÑO INTERNACIONAL DE LA QUIMICA, ahí va una "curiosidad química".

El vampiro más famoso de todos los tiempos es el Conde Drácula, que fue creado por el escritor Bram Stoker en su novela de 1879 titulada Drácula, de la que se han hecho innumerables adaptaciones cinematográficas.

Se ha dicho mucho sobre este personaje, y parece que existe un cierto consenso sobre el hecho de que esté inspirado en un personaje real llamado Vlac Tepes, un príncipe rumano del siglo XV, cuyo sobrenombre, Drácula, era debido a que era hijo de Vlac Dracul. Aunque la historia muestra que este príncipe resultó un tanto sanguinario, desde luego no era un vampiro.

Según la literatura, los vampiros tienen unas características muy particulares: necesitan alimentarse de sangre, no les puede dar directamente la luz solar porque los corroe y destruye, huyen de los ajos y sólo mueren si una estaca de madera les atraviesa el corazón. Parece ser que algunas de las características que se atribuyen a los vampiros están inspiradas en una misteriosa enfermedad que afecta a algunos seres humanos: la porfiria, una extraña enfermedad de la sangre.

En la porfiria, unos compuestos químicos denominados porfirinas se acumulan en la piel, los huesos y los dientes. Algunas de estas porfirinas sufren una reacción química por acción de la luz, lo que da lugar a nuevos compuestos que destruyen los tejidos cercanos y, como consecuencia, la piel se recubre de ampollas y los huesos se corroen. En el proceso también se produce una fuerte anemia, lo que provoca una gran debilidad y una palidez casi cadavérica. Además, otra de las características típicas de los vampiros, el horror a los ajos, también puede estar relacionada con esta enfermedad. Parece que los ajos contienen sustancias químicas que pueden provocar que el efecto de la luz se haga más intenso y se agrave la enfermedad.

En definitiva, esta enfermedad reúne muchas de las características que se atribuyen a los vampiros, seres pálidos que necesitan vivir en la oscuridad porque la luz solar los debilita y corroe hasta destruirlos, y que necesitan sangre fresca para reponer la suya.


Los vampiros no son personajes reales, pero sí parece que algunas de sus características se han inspirado en una enfermedad muy humana: la porfiria.


María Villén, profesora de Química

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