domingo, 19 de abril de 2009

NUESTROS LIBROS

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A la hora de elegir un libro voy a ser poco original: me quedo con El Quijote. Pero, qué os voy a contar yo de esa obra. Todos la conocen, todos saben, más o menos, de qué va, algunos -incluso- se la han leído...

Prefiero contaros cómo llegué yo a El Quijote (o cómo llegó él a mí). Los caminos de la Literatura son inescrutables.


MI PRIMER QUIJOTE

Esta es la historia de una niña cursi y de provincias que, hace mucho tiempo, jugaba con muñecas recortables (que los más jóvenes pregunten a sus madres o sus abuelas para no perderse), y atesoraba una buena cantidad de ellas. La niña quería llevárselas al colegio para jugar en el recreo, pero eran demasiado frágiles, y corría el riesgo de que se mezclaran sus trajecitos, que eran personales e intransferibles; así que pidió consejo a su ingeniosa madre, y ésta sacó un viejo libro de sus años escolares: un Quijote adaptado para niños. Claro, que a la niña le importaba poco el contenido y sólo apreció lo práctico del continente. Entre las páginas amarillentas colocó, por riguroso orden de preferencia, a sus Luisitas y Mari Pilis (antes las muñecas y las niñas se llamaban así) seguidas de sus magníficas prendas a la última moda.


Un día, buscando probablemente el conjuntito de los domingos o el traje de chaqueta de alguna de aquellas cuellicortas de papel, sus ojos fueron a dar con uno de los pocos dibujos que tenía el libro: un extraño caballero frente a unos molinos de viento, y la curiosidad le hizo ir al texto. Comenzó por aquel “En un lugar de la Mancha…” y, poco a poco, apartando los vestiditos, se fue bebiendo aquel libro; a veces muerta de risa por las locuras que hacía ese señor tan raro, a veces triste por los golpes que se llevaba y las burlas que de él hacían los demás.

Con el tiempo vinieron otros Quijotes, en versión original e íntegra, pero todavía hoy, cuando lo lee y lo relee, espera que al volver la página aparezca el trajecito de paseo o el conjunto de tenis de alguna de aquellas Luisitas o Mari Pilis que hicieron las delicias de una niña cursi y de provincias, hace mucho tiempo.
Lola Sevila
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