lunes, 14 de febrero de 2011

DÍA DE LOS ENAMORADOS

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Para el día de San Valentín solemos recurrir a la poesía, pero este año vamos a celebrar el amor con una carta, una carta real que escribió Miguel Hernández a su novia Josefina Manresa. Está fechada el 31 de marzo de 1935. Miguel está en Madrid y su novia morena en Orihuela.
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Tenemos que contarles a nuestros alumnos que entonces no había Internet, ni móviles, que incluso tener un teléfono en casa era un lujo, que para saber de los que se tenía lejos había que recurrir a las cartas, y que la gente se escribía largas epístolas en las que se contaba sus pequeñas o grandes historias cotidianas, y donde expresaba sus sentimientos.
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También hay que contarles a estos jovenzuelos que no se celebraba el día de San Valentín, porque eso se inventó más tarde y porque no existían los grandes almacenes que tienen que hacer caja con cualquier pretexto.
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Con esta carta, de la que sólo publicamos algunos fragmentos, continuamos nuestro homenaje a Miguel Hernández y mostramos su lado más humano e íntimo.
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Madrid, 31 de marzo 1935

Mi muy querida, mi nunca olvidada Josefina:

Esta mañana acabo de recibir tu esperada carta cariñosa, como todas las tuyas y como toda tú para mí.
[…]
Bueno, nena de mi alma: dime: ¿te aburres mucho sin mí? ¿Te acuerdas mucho, mucho, mucho de tu Miguel que no sabe tener el pensamiento más que en ti y en tus cosas? Me aburro, me aburro y sufro mucho de tenerte lejos, de no tenerte a mi lado. Te necesito a todas horas, ojos míos. Y aquí me tienes con todos mis días vacíos y solos sin tu compaña. Creo que podré ir a verte para Mayo, así con mayúscula, porque mayo va a ser el mes más grande del año si logro verte y decirte que te quiero en vez de escribírtelo. Con sangre te lo escribiría, con sangre mía tuya desde siempre y para siempre.
[…]
Te quiero y te requiero, esa es mi letanía para ti, que yo no acabaría nunca si no te resultara muy pesado. Pero creo que tanto te quiero te cansará, como una copla que se sabe y que se ha cantado mucho. Te dejo con un te quiero y lo hago para que tú me lo digas a vuelta de correo, tú que no hastías nunca diciéndomelo.

Adiós nenica mía. Sueña todas las noches con tu Miguel, como yo sueño todos los días y las noches con mi Josefina. Hasta el lunes que recibiré tu carta, ¿verdad? Perdóname que no te haya mandado sellos para que me escribas y no te resulte caro. Ahí van: escríbeme largamente, una carta que no se acabe nunca si es posible para deleitarme contigo y olvidar por mucho tiempo que me encuentro en Madrid, sin tu lado y sin columna de Orihuela.

Hasta la tuya, con mi mejor pensamiento y un apretón de manos inacabable, te deja sintiéndolo mucho y queriéndote más, tu

Miguel

(Sabemos que estaréis echando en falta los tradicionales corazones de El Olivo. Conectaos más tarde, que los estamos preparando)

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