martes, 22 de septiembre de 2009

EL OTOÑO

.
Ya está aquí. Ya ha llegado, fiel a su cita anual. Vuelven las castañas asadas, el olor a humo, las colecciones imposibles e increibles de los quioscos, las brumas, la lluvia... El sol se atempera (aunque todavía queda el veranillo de San Miguel), los días se acortan, la melancolía campa por sus fueros. Salid a la calle, id al campo, pasead, dejaos atrapar por todos los tópicos, que para eso están. Dejaos vencer por la melancolía, capitulad ante el deseo de acurrucaros en algún lugar amable y con amena compañía para ver caer la lluvia tras los cristales.


¡Vivid el otoño y vivid la vida!
Aquí os dejamos un bello soneto de José Hierro (1922-2002), del que os vamos a contar alguna cosilla.



José Hierro nació en Madrid en 1922, pero su familia se trasladó a vivir a Santander. El mar Cantábrico fue siempre su patria ("Si muero, que me pongan desnudo, desnudo frente al mar...). Allí le sorprendió la Guerra Civil que quebró su futuro previsible y quizás apacible. Por entonces ya escribía poesía y publicó algunos poemas en revistas del frene republicano.

Tras la Guerra vino el hambre y el dolor. Su padre fue encarcelado, y él colaboró con una asociación que se dedicaba a ayudar a los presos políticos. Fue detenido y pasó casi cinco años en prisión.

En 1944 fue liberado, pero su poesía se había impregnado de amargura (Tierra sin nosotros, 1947). Se traslada a Valencia y vive trabajando aquí y allá, asistiendo a tertulias literarias... Pero, sobre todo, escribe poesía (Alegría, 1947; Con las piedras, con el viento, 1950) y comienza a ser reconocido como poeta. Se traslada a vivir a Madrid.

En 1953 publica Quinta del 42, libro con el que se adscribe a la corriente de la poesía solidaria, junto con aquellos poetas "desarraigados" que convirtieron su palabra en grito. Pero su poesía es antirrealista, imaginaria, demasiado preocupada por la palabra para ser estrictamente "social".

Luego vinieron otros libros: Cuanto sé de mí, 1957; Libro de las alucinaciones, 1964; Agenda, 1991; Emblemas neuroradiológicos, 1995; Cuaderno de Nueva York, 1998. También vinieron los premios y los reconocimientos: Premio Adonáis (1947), Premio Nacional de Poesía (1953), Premio de la Crítica (1958 y 1965), Premio de la Fundación Juan March (1959), Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1981), Premio Nacional de las Letras Españolas (1990), Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1995), Premio Europeo de Literatura Aristeión (1999), Premio Cervantes (1998).

Falleció en Madrid el 21 de diciembre de 2002.

Nos gusta recordarlo escribiendo en un bar de la Avenida de Barcelona de Madrid (nunca escribía en su casa), a mano, entre la gente que iba y venía. Nos gusta recordar su potente cabeza, su aspecto más de ferroviario o de ex-boxeador que de poeta. Nos gusta recordarlo en sus últimos tiempos, a cuestas con su efisema pulmonar (¡ay, el tabaco!) que casi no le dejaba respirar, con una botella de oxígeno al lado para poder seguir viviendo y hablando, acudiendo a entrevistas, conferencias..., y a ese instituto de Getafe que lleva su nombre y que siempre contó con su apoyo desinteresado.

Os animamos a que entretengáis los ocios otoñales con alguno de sus poemas.

VIENTO DE OTOÑO

Hemos visto, ¡alegría!, dar el viento

gloria final a las hojas doradas.

Arder, fundirse el monte en llamaradas

crepusculares, trágico y sangriento.

Gira, asciende, enloquece, pensamiento.

Hoy da el otoño suelta a sus manadas.

¿No sientes a lo lejos sus pisadas?

Pasan, dejando el campo amarillento.

Por esto, por sentirnos todavía

música y viento y hojas, ¡alegría!

Por el dolor que nos tiene cautivos,

por la sangre que mana de la herida

¡alegría en el nombre de la vida!

Somos alegres porque estamos vivos.

José Hierro



También os hemos preparado un lindo vídeo para que os vayáis ambientando. Sabemos que no hemos sido nada originales con la música, pero Vivaldi es siempre un valor seguro.

Besos para todos

.

No hay comentarios: