miércoles, 25 de agosto de 2010

ALGO PARA VER Y ALGO PARA LEER

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MATAR UN RUISEÑOR
Novela escrita por
Harper Lee (1960)



MATAR UN RUISEÑOR
Película dirigida por
Robert Mulligan (1962)


Uno de esas noches tórridas de agosto estaba sentada frente al televisor buscando algún programa que no fuera para cerebros licuados por el calor estival, y di con la película Matar un ruiseñor. Me quedé clavada ante ese film que había visto por primera vez en mi infancia y que luego he visto más veces a lo largo de mi vida. Hay que ver la cantidad de películas que muchos de mi generación vimos en la televisión. Entonces no había mucho que ver en el aparato y casi no existían programas pensados ex profeso para la tele; así que ponían muchas películas. Yo tuve mi primer contacto con las obras maestras del cine a través de la televisión, desde el cine mudo (inolvidables aquellas tardes con Chaplin, el Gordo y el Flaco o Buster Keaton), Hitchcock, los musicales americanos, las películas del oeste… Vale, las veía siempre en blanco y negro –incluso las que eran en tecnicolor- y dobladas, pero con ellas fui (fuimos, probablemente) construyendo parte de mi educación estética, ética y sentimental. Bien, pues Matar a un ruiseñor fue una de esas películas que recuerdo especialmente.
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Es una película de aprendizaje en la que unos niños toman conciencia de que en el ser humano existe la maldad, pero también que sobre ella se puede alzar, inmensa, la integridad ética; y quien les enseña todo eso es su padre, Atticus Finch, un abogado viudo que decide hacerse cargo de la defensa de un negro acusado de violar a una joven blanca, en el racista Sur norteamericano y en los años de la Gran Depresión. A través de la investigación, de las reacciones de los vecinos, del juicio y –sobre todo- de las explicaciones de Atticus, los niños pierden la inocencia (de ahí el título, ya que el ruiseñor la simboliza) y toman conciencia de que los hombres se mueven por bajos instintos, por la irracionalidad, por los prejuicios; pero asimilan la enseñanza ética de su padre: hay que luchar por lo que creemos justo, aunque sepamos que vamos a perder.

Es curioso, la primera vez que vi la película quise ser Scout, la hija pequeña, que es quien nos narra la historia. Quería tener al lado a un gigante que me explicara el mundo. Cuando crecí, quise ser Atticus, un héroe tranquilo, íntegro y cabal; héroe que se sumó a otros: el épico Gary Cooper de Solo ante el peligro (Fred Zinnemann, 1952) o el héroe romántico encarnado por Humphey Bogart en Casablanca (Michael Curtiz, 1942). Los personajes femeninos terminaron por resultarme poco interesantes. Siempre eran víctimas sacrificadas o autosacrificadas en aras de un amor o su familia, cuando no eran pelanduscas redimidas o irredentas. Haciendo memoria, sólo un personaje femenino se me ha quedado grabado: la Vienna de Jonny Guitar (Nicholas Ray, 1954) interpretada por Joan Crawford.


Gregory Peck y Harper Lee durante el rodaje de la película
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En fin, a lo que iba. Matar un ruiseñor se estrenó en 1962 y fue dirigida por Robert Mulligan. Se trata de la adaptación de la novela homónima que la escritora norteamericana Harper Lee había publicado en 1960 y con la que ganó el premio Pulitzer. Casualidades de la vida: unos días después de la nostálgica re-visión de la película, el suplemento cultural de un periódico celebra el cincuentenario de la publicación de la novela. Me lanzo a la mejor librería de la zona (tengo que recorrer bastantes kilómetros), me hago con ella y en ella estoy. Las palabras van imprimiéndose en las imágenes de la película que guardo en mi memoria (o viceversa): Atticus sólo puede tener la cara de Gregory Peck.
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En la novela hay mucho de autobiografía pasada por el laboratorio de la literatura. Las descripciones son más precisas, se recrea más en el sórdido ambiente de la Gran Depresión y hay una ironía que se pierde en el film.
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Es curioso, me gustaría volver a ser Scout, acurrucarme junto al gigante para que me explicase el mundo, quizá me estoy haciendo demasiado mayor, quizá no he conseguido ser un Atticus, quizá estoy en momentos bajos. En fin, son personajes literarios, y nosotros somos humanos.

Tanto el libro como la película son muy recomendables, así que ya sabéis: a buscarlos. Os dejo un enlace para curiosos:
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L. S.
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1 comentario:

Patricia B. dijo...

Me ha conmovido esta maravillosa entrada sobre el mejor cine de siempre. Es curioso cómo las coincidencias se van sucediendo. Lo digo porque, tras hablar estos días de atrás con Yolanda, tengo una lista con un sinfín de películas recomendables de esas de las que hablas tú. Como todo inexperto, mezclo épocas con directores, paso de Billy Wilder a Woody Allen y apago poco a poco el calor de las tardes y noches estivales. Tenía razón Yolanda: me estaba perdiendo mucho sin esos esenciales del cine.

En cuanto caiga en mis manos "Matar un ruiseñor", la veré con todo el interés que tú desprendes en tu crítica.

Gracias.