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Hoy, por supuesto, nos toca este poema de Miguel Hernández. Estaba cantado. Pero tenemos un problema: hemos encontrado varias versiones y no sabemos con cuál quedarnos, así que a lo largo del día irán apareciendo todas, y vosotros -pueblo soberano- elegís. Empezamos por el poema:
LAS DESIERTAS ABARCAS
Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.
Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
las abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.
Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.
Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.
Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.
Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.
Miguel Hernández
Y ahora, nuestro vídeo favorito, porque es nuestro:
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Una segunda oportunidad a mí misma
Hace 7 horas
1 comentario:
El vídeo, estupendo; el poema, muy tierno y triste a la vez. Perfecto para el día en que estamos.
Espero de corazón que todos hayáis sido buenos y que vuestras abarcas no se queden nunca desiertas de cariño y buenos deseos.
¡Suerte y felices Reyes!
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