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BALADA DE UN DÍA DE JULIO
Esquilones de plata
llevan los bueyes.
-¿Dónde vas, niña mía,
de sol y nieve?
-Voy a las margaritas
del prado verde.
-El prado está muy lejos
y miedo tiene.
-Al airón y a la sombra
mi amor no teme.
-Teme al sol, niña mía,
de sol y nieve.
-Se fue de mis cabellos
ya para siempre.
-Quién eres, blanca niña.
¿De dónde vienes?
Vengo de los amores
y de las fuentes.
Esquilones de plata
llevan los bueyes.
-¿Qué llevas en la boca
que se te enciende?
-La estrella de mi amante
que vive y muere.
-¿Qué llevas en el pecho
tan fino y leve?
-La espada de mi amante
que vive y muere.
-¿Qué llevas en los ojos,
negro y solemne?
-Mi pensamiento triste
que siempre hiere.
-¿Por qué llevas un manto
negro de muerte?
-¡Ay, yo soy la viudita
triste y sin bienes,
del conde del Laurel
de los Laureles!
-¿A quién buscas aquí,
si a nadie quieres?
-Busco el cuerpo del conde
de los Laureles.
-¿Tú buscas el amor,
viudita aleve?
Tú buscas un amor
que ojalá encuentres.
-Estrellitas del cielo
son mis quereres,
¿Dónde hallaré a mi amante
que vive y muere?
-Está muerto en el agua,
niña de nieve,
cubierto de nostalgias
y de claveles.
-¡Ay!, caballero errante
de los cipreses,
una noche de luna
mi alma te ofrece.
-¡Ah Isis (1) soñadora!
Niña sin mieles,
la que en bocas de niños
su cuento vierte.
Mi corazón te ofrezco,
corazón tenue,
herido por los ojos
de las mujeres.
-Caballero galante,
con Dios te quedes.
Voy a buscar al conde
de los Laureles.
-Adiós, mi doncellita,
rosa durmiente,
tú vas para el amor
y yo a la muerte.
Esquilones de plata
llevan los bueyes.
-Mi corazón desangra
como una fuente.
Federico García Lorca
Libro de poemas, 1921
(1) Isis: diosa egipcia aquí citada porque buscó por todo Egipto el cuerpo de Osiris, su esposo, muerto.
Probablemente esperabais un poema con solecito y playa, pero no: os he buscado uno que de julio parece que sólo tiene el título, pero Federico lo escribió un día de julio de 1919 (tenía 21 años) y me parece bonito. Tiene esa vena neopopular -tan lorquiana- que recuerda a la lírica tradicional, a esos poemas en los que una voz femenina se queja de la ausencia del amado (aquí, tristemente muerto), y tiene esas notas negras con las que Federico oscurecía su poesía: las referencias a la muerte, obsesión que planeaba siempre sobre la gracia y la vitalidad del poeta. Casi dan ganas de ponerse a cantar esta triste balada.
¡Pero, dejemos las tristezas! Os deseo a todos que el sol de julio no os maltrate, que aprovechéis el tiempo libre para poner en orden o en desorden (eso va en gustos) vuestras vidas, que disfrutéis de las mañanas, las tardes y las noches de este mes que es todo ardor.
No olvidéis que agosto también tendrá su poema. Ya lo estoy buscando.
Besos para todos.
Lola Sevila
La intrahistoria del Valdés
Hace 11 horas
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