viernes, 3 de julio de 2009

TEXTOS PREMIADOS DEL CONCURSO LITERARIO

Hoy publicamos el texto que ganó el accésit de narrativa de segundo ciclo, obra de Iván Flores de 3ºC.

WILLIAM

Me llamo William y vivo entre las calles de Madrid. Soy de origen inglés y me trasladé a España con mis padres a los dos años. Nos fuimos por causas laborales, mi padre aceptó un trabajo pero, no sé qué pasó, que la empresa se fue a pique. Mis padres se separaron y me dejaron en la calle (yo tenía tres años cuando ocurrió eso). Y ahora tengo catorce años y me gano la vida como puedo. Desde los cinco años, tengo un buen amigo en la calle, un vagabundo llamado José.


Tiene un sombrero que tiene pinta de ser antiguo, una chaqueta gris y un pantalón negro. El pantalón lo tiene roto y sucio y sus botas también están sucias. Tiene también barba y los ojos marrones. Lleva siempre un trozo de cartón que pone "Por favor, déme unas monedas...". Es muy inteligente y simpático. José me mandaba hacer "trabajos" para poder comer los dos y ganar un poco de dinero. Hace un par de semanas, me mandó robar unas tartas de la pastelería de la esquina. Vivíamos en un callejón al lado de unos cubos de basura. Teníamos una caja de cartón donde guardábamos todo. Eñ día que iba a robar las tartas, me dijo qué tenía que hacer para que no me pillaran:
- A ver Will, te voy a dar unos billetes falsos para "pagar" las tartas. Cuando ya las tengas, sal corriendo antes de que se den cuenta de que son falsos. No te pongas nervioso - empezaba a sacar los billetes y un traje-.
- Eh, ¿para qué es ese traje? -dije-.
- No pensarás que vas a ir con esos trapos que llevas puestos...
Cogí el traje y me lo puse... me quedaba pequeño y además tenía pinta de pijo, cosa que no me gustaba nada.
- Toma chaval, el dinero... ¡y tráelas de chocolate!.
Me levanté del suelo y fui a la pastelería. Era bastante grande y las vitrinas estaban llenas de pasteles.
- Hola, ¿qué deseas chaval? - me dijo el dependiente- .
- Pues quiero dos tartas de chocolate.
- ¿Dos? ¿Es para una fiesta o algo?
- No, es para un amigo.
El dependiente cogió las tartas y las envolvió con mucha habilidad.
- Aquí tienes chaval, cinco euros.
Dejé el billete falso en el mostrador y cogí las dos tartas. Di media vuelta y cuando ya estaba abriendo la puerta, me dijo el dependiente:
- ¿Puedes venir aquí un momento?
Empecé a sudar y me temblaban las piernas. Me dirigí al mostrador y dijo:
- ¿Tú qué te crees chaval, que la policía es tonta? ¡Este billete es falso!
Agaché la cabeza, me quedé parado y el dependiente se me acercó:
- Eh, ¿estas sordo o qué te pasa?
Levanté la cabeza, preparé saliva y le escupí en toda la cara. Cogí las tartas y me fui corriendo a donde estaba José.
- ¿Qué tal Will, divertido? Te he estado viendo desde la otra acera, has estado fantástico.
- ¿A que sí?, ese tonto se lo merecía... - comenté orgulloso de mi acción - .


Estaba disfrutando, me asomé a la esquina y aquel dependiente estaba llorando, le había salpicado algo de saliva en el ojo.
- Te tengo que pedir un favor, vuelve otra vez y tráeme otra tarta, esta vez de fresa.
- ¿¡Qué!? No puedo volver allí, me partirá la cara si voy otra vez.
- Si no vas, me comeré yo solo las dos tartas y tú te quedaras sin comer nada.
- ¿Y qué?, puedo robarle un bocadillo a cualquiera que pase por aquí.
- Si te ato con una cuerda a ese cubo de basura no creo que vayas muy lejos... - se reía a la vez que lo decía - .
- Esta bien... - contesté enfadado -.
Volví allí sigilosamente, me asomé y el dependiente no estaba. Entré y salté el mostrador, cuando iba a coger la tarta, una voz muy grave me dijo:
- Esta vez sí que no escapas...
Me agarró del brazo muy fuerte y le salió una vena enorme en el cuello. Intenté soltarme pero era imposible. Pensé un poco y le dije:
- Perdona pero, tienes una avispa en el brazo. El dependiente se miró el brazo y vio que no tenía nada.


- ¿Qué te crees chavalín, que soy tonto? A mí no me toques los … ¡Aaaay!
Le di una patada en los mismísimos, cogí la tarta y me fui corriendo, mientras el dependiente se retorcía de dolor en el suelo.
- Aquí tienes José, la tarta.
- Muy bien, pero creo que ahora deberías huir. Hay dos policías en la entrada de la pastelería y te están señalando.
- Serás....
Empecé a correr como un loco mientras me seguían. Miré de reojo a José y se estaba empezando a comer las tres tartas. José era mi único "amigo", así que me tenía que aguantar y hacer lo que me mandaba para no morirme de hambre.

IVÁN FLORES 3ºC
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