sábado, 9 de mayo de 2009

MÚSICA Y POESÍA A LO LARGO DE LA HISTORIA/5


MÚSICA Y POESÍA EN EL CLASICISMO





Las óperas de los s. XVII y XVIII se organizaban formalmente a partir de la sucesión de recitativos y de arias. En los primeros, los cantantes declamaban el texto a gran velocidad, apoyados únicamente por los acordes del clave. Las arias, más trabajadas tanto literaria como musicalmente, eran el espacio ideal para que los grandes virtuosos de la época desplegasen todo su poderío vocal.

Algunos convencionalismos, tanto literarios como musicales, determinaron su factura desde comienzos del s. XVIII y perduraron durante toda la época clásica. Uno de ellos, consistía en que el tipo de lenguaje utilizado, así como el carácter de la música, había de adaptarse a la posición social y a la función dentro de la trama del personaje que se hallaba cantando el aria. Faltaba al “decoro” (como se expresaba en la época) que una reina hablara con el lenguaje de un campesino, o que una criada cantara en un estilo grandilocuente y ampuloso.

Las dos audiciones siguientes muestran a la perfección cómo la música debía concordar tanto con el sentido del texto como con el carácter estereotipado que la sociedad de la época tenía de los diferentes grupos sociales. Ambas son arias de W. A. Mozart, el más famoso compositor del Clasicismo. La primera pertenece al singspiel (tipo de ópera alemana en la que los recitativos son sustituidos por diálogos hablados) La Flauta Mágica, y refleja la ira de un personaje de condición aristocrática, la Reina de la Noche, que ordena a su hija que dé muerte al más encarnizado de sus enemigos, el rey Sarastro.



En la segunda aria, que pertenece a la ópera de carácter cómico Cosí fan tutte, nos encontramos con la más irónica de las criadas, Despina, quien trata de convencer a sus señoras de que no deben estar tristes por la partida de sus amados a la guerra, ya que no tendrán problema alguno en encontrar nuevos amantes, pues los hombres son intercambiables al no valer ninguno la pena:

Ahora amáis a un hombre,


luego amaréis a otro,


el uno vale por el otro,


porque ninguno vale nada.


Ambas arias son para soprano, es decir, el tipo de voz más agudo que una mujer puede tener. En el caso de la Reina de la Noche, la extensión es extrema, llegando Mozart a exigir a la cantante un Fa5, una nota casi inaccesible para la voz humana. Esto es lo que dicen cada uno de los personajes:



LA REINA DE LA NOCHE



¡La venganza del infierno
hierve en mi corazón,
la muerte y la desesperación
arden a mi alrededor!
Si Sarastro no siente, por tu mano,
los dolores de la muerte,
nunca más serás hija mía.

¡Repudiada y abandonada serás
por toda la eternidad,
destruidos quedarán
todos los lazos de la Naturaleza,
si Sarastro no expira por tu mano!
¡Escuchad!
¡Dioses de la venganza!
¡Escuchad el juramento
de una madre!







DESPINA



¡Vamos, vamos!


Ya pasaron los tiempos de contar


esos cuentos a los niños.


En hombres, en soldados,


¿esperar fidelidad?


¡Que no os oigan decir eso,


por caridad!






De parecida pasta


están hechos todos,


las ramas móviles,


los vientos inconstantes


tienen mayor firmeza


que los hombres.






Mentirosas lágrimas,


miradas falaces,


palabras engañosas,


gracias mentirosas,


son sus cualidades principales.




En nosotras no aman


sino su propio placer,


luego nos desprecian,


nos niegan su afecto,


no sirve de nada a esos bárbaros


pedirles piedad.






Paguemos, oh mujeres,


con igual moneda


a esa maléfica raza indiscreta.


Amemos por comodidad,


o por vanidad.






Inés Carreras


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