EVE ARNOLD (1912-2012)
Eve Arnold es otro personaje (la RAE y el sentido común nos impiden decir “personaja”); y, aunque acaba de fallecer (el 4 de enero de este recién estrenado 2012), nos negamos a usar el pretérito perfecto, ya sea simple o compuesto, porque “es”: ha alcanzado esa zona de la historia y de la vida en la que se puede usar un presente gnómico. Los aficionados a la fotografía sabrán de quién hablamos, quizá algún aficionado al cine (al de antes), también.
Este año hubiera cumplido 100 años, así, como quien no quiere la cosa. Muy lejos estaban ya su Filadelfia natal, la pobreza y esos padres, emigrantes rusos, que hablaban un inglés defectuoso y que, probablemente, cantaban tristes canciones rusas en las noches de invierno.
Se trasladó muy joven a Nueva York, ciudad de oportunidades, y allí encontró trabajo en una tienda de revelado fotográfico. Fue para ella una auténtica “revelación”. Su curiosidad por ese arte todavía nuevo (estamos en los años 40 del pasado siglo) la llevó a matricularse en un curso de fotografía de seis semanas. Podría haber sido un curso más, de esos en los que se aprenden cuatro cosas, y que en realidad sirven para poco, pero el profesor era Alexey Brodovitch, director artístico de Harper’s Bazaar, revista de moda en la colaboraban los más importantes y novedosos fotógrafos de la época.
Empezó a trabajar muy pronto en revistas como LIVE o TIME, en una época en la que el fotoperiodismo vivía su época dorada, con autores como Bresson o Capa. Pronto se dieron cuenta de la valía de Arnold e ingresó en la mítica agencia Magnum (1951).
La fotografía no fue para ella sólo una manera de mostrar fragmentos de la realidad, sino también una forma de expresar, de buscar y de conocer. Le gustaba el retrato, y con él intentaba descubrir al ser humano, ya fuera el retratado una estrella de Hollywood o un pobre de Harlem. Quizá su obra más conocida sea la serie de retratos que realizó de Marilyn Monroe en 1960, durante el rodaje de Vidas rebeldes. Fue un rodaje complicado: el insoportable calor del desierto de Nevada, los problemas con el alcohol del director y de la propia actriz, los bajones de Marilyn por sus problemas de relación con su marido Arthur Miller… Y allí estaba Eve para retratar a una Marilyn seductora, pero también humana, vulnerable, depresiva, cansada, leyendo el Ulises de Joyce (imagen impagable), estrella, infantil… Todo eso registró la cámara de Arnold, pero siempre con un gran respeto hacia la persona. Nadie retrató así a la rubia platino por excelencia. Os ofrecemos un enlace para que veáis esas imágnes. Pinchad en la fotografía.
En el año 2003 la reina Isabel II la hizo miembro de la Orden del Imperio Británico por sus servicios a la fotografía. Para entonces ya no hacía fotos, solo se dedicaba a leer a los clásicos rusos, como Tolstoi y Dostoevski, quizá buscando sus raíces. ¡Qué gran mujer!
AQUÍ tenéis otro enlace para acercaros a su obra.
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