domingo, 12 de diciembre de 2010

NUESTROS ESCRITORES

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Nuestro compañero José Manuel G. Lobo nos ha mandado este relato breve a modo de carta a Bette Nesmith, la mujer que inventó el tipp-ex y que fue, además, madre de uno de los integrantes del grupo musical The Monkees, creado en los años sesenta (del siglo pasado) por la productora estadounidense NBC con el fin de que protagonizaran una comedia televisiva del mismo nombre, que pretendía imitar el humor irreverente de las películas de los Beatles. Eran un producto comercial y su vida fue bastante efímera. Con todo, la serie llegó a España y forma parte del imaginario de toda una generación que ya creció viendo la TV.

CARTA A LA MUJER QUE INVENTÓ EL TIPP-EX

Ahora estamos aprendiendo a escribir a máquina en este artilugio del siglo XXI. Esto parece coser y cantar, pero no tan fácil, pues ando buscando las letras por todo el teclado de forma desesperada y sin controlar bien los acentos ni las pausas. ¿Cómo es posible que haya personas que escriban con tanta rapidez? Es estupendo ver a esos ejemplares salidos de las academias-hipódromo capaces de "recorrer" el folio en ¡450! pulsaciones por minuto. ¿Habrá también controles de dopaje? Esto es estupendo y digno de resaltar. No me extraña que la madre de uno de los Monkees acabara inventando el corrector de yeso para no tener que repetir el folio, con el consiguiente gasto de papel. ¡Ah, si hubiera conocido este artilugio! Pues la señora no se habría forrado con el tipp-ex, ganando más fama y dinero que su hijo con la música.

¡Qué cosas tiene la vida! La pobre era madre soltera, y su hijo no le daba más que disgustos con eso del rock and roll. Me imagino a la pobre señora cambiando el carro a todo meter para poder alimentar al futuro roquero, para que luego le diera disgustos con los colegas de la costa de California.

-¿Es usted la madre de Michael, de Michael Nesmith? -inquirió el police al abrir la puerta de la casa al señora-. Le hemos pillado liándose unos petas con el resto de la banda a la salida del ensayo y, como es menor, venimos a decirle que tiene que realizar veinte horas de ayuda a la comunidad. En caso de reincidir, nos veremos obligados a internarlo en un correccional. -Este año la cosecha de maría es escasa, y no estamos dispuestos a que un niñato adolescente e hijo de... soltera nos acabe las existencias -pensó para sus adentros el agente Flanagan. ¿Ok, señora?

Con tantos sinsabores, y sin dinero suficiente para pagar una futura fianza -que veía venir-, la señora Nesmith se puso a trabajar como una loca, pues un hijo es un hijo, aunque sea un hijo de... soltera. Y acabó inventando ese yeso corrector que tanto han celebrado las mecanógrafas de todo el mundo.
Pero yo no te debo nada, señora Nesmith, pues este aparato se corrige solo y si no, me importa un bledo. Usted se has forrado con el invento, pero de su hijo nadie se acuerda, porque la serie de los Monkees ya no la ponen ni en el Canal 7 de Frade; ni siquiera en las televisiones de Hispanoamérica. Su "A little bit me, a little bit you", que tuvo tanta fama, reposa en la memoria de alguno, como yo, que necesita que le formateen el disco duro, pues tiene en la memoria absolutamente todo, y ya es hora de que deje espacio para otros archivos.

¡Basta ya de disgustos, señora! ¿Sabía que las canciones se las hacía, entre otros Neil Diamond o Carol King? No quiero deprimirla, pero su hijo no se merece todos los esfuerzos que usted hizo con la máquina y los llantos que derramó por los errores que el aparato de escribir le ocasionaba por su mala digitación. No se torture más, señora Nesmith, su hijo ha ganado más dólares con los royalties de su invento que con los derechos de sus pegadizas canciones.

Probablemente se encuentre usted ahora en algún destartalado asilo de California, quejándose de los huesos y de que su Michael del alma apenas la visita y que, además, cuando viene, sus insolentes hijos -sus nietos- no quieren acercarse a darle un cariñoso beso, pues su nuera -que es una arpía- no los ha educado como es debido. ¿Qué le parece, después de tantos desvelos y de mil sacrificios, la actitud de su retoño? Y no hablemos del padre de la criatura que, cuando se enteró de que le había hecho una barriga, se fue sin decir a dónde, y también quiso dejarse ver cuando se enteró de la fama del "monito" y del pelotazo de su corrector. ¡Menudo pedazo de cabrón! ¿Se acuerda cuando apareció arrepentido después de estar "perdido" por Boston? ¡Qué valor! Podría haberse perdido por San Diego o Santa Mónica, incluso haber ido por tabaco a San Francisco, pero, ¡joder!: ¡hasta Massachussets!... ¡Qué morro!

¿Recuerda cuando los de IBM decían que su corrector no tenía mercado? Ahora se tiran de los pelos por no haberla escuchado como es debido. No me consta que despidieran al responsable del negociado que la recibió y que tomó tan "sesuda" decisión.

En fin, adiós, señora Nesmith Graham. ¿Puedo llamarla Bette? Me despido de usted con todo el respeto que una luchadora se merece después de tantos años de trabajo y de cariño. Por cierto, señora: ¿su hijo vive? ¿Ya ha dilapidado los 50 millones de $ que usted le dejó? ¿Ha fracasado la productora de vídeos musicales que con ese dinero montó? ¿Y usted, a dónde tengo que llevarle las flores?

Atentamente,

El Padre de su hijo.
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