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Para empezar con buen pie una nueva estación no es suficiente con un poema, por eso os hemos preparado este precioso vídeo. Esperamos que os guste.
Hemos elegido la música de Prokófiev para nuestro vídeo de salutación al invierno. ¿Por qué?, se preguntarán algunos. Pues, en primer lugar, porque es ruso (o era ruso, que en realidad es ucraniano), y todo lo ruso nos suena un poco a frío; en segundo lugar, porque todavía no había aparecido por nuestro blog; en tercer lugar, porque nos gusta.
Ahora toca hablaros un poquito de él, ya que el saber no ocupa lugar. Sergéi Sergéyevich Prokófiev nació en la actual Ucrania, pero en 1891 pertenecía al imperio Ruso. Fue hijo de un ingeniero agrónomo y de una pianista, y desde muy temprana edad mostró gran ingenio e inclinación para la música (pudo más el piano de mamá que los intentos por mejorar las cosechas de papá).
Su carrera fue la típica: composiciones a muy temprana edad; el éxito en plena juventud; la estancia en Europa jalonada de conciertos (1918-1933); el contacto con las vanguardias… Compone sinfonías y ballets para la compañía rusa de Sergéi Diágilev (El bufón o El paso de acero, por ejemplo); compone óperas (El amor de las tres naranjas o El ángel de fuego). En fin, mucha actividad, mucha música y mucha vanguardia.
Se casó con Lina Llubera, una cantante de ópera de padre catalán y nacida en Madrid, aunque criada en Estados Unidos (tuvo una vida bastante interesante, pero ya hablaremos de ella en otra ocasión).
En 1936 vuelve a Rusia y sigue componiendo hermosas obras alejadas de las armonías que el pueblo estaba acostumbrado a escuchar: el ballet Romeo y Julieta (1936), la ópera Guerra y Paz (1946) –sobre la obra homónima de Tolstoi-, la Sinfonía nº 5 (1945), la suite El teniente Kizhé (1933) y sus composiciones para las películas del genial director de cine Sergéi Eisenstien: Alejandro Nevski e Iván el terrible.
Pero su música no le gustaba a Stalin. En 1948 se publica el decreto Zhdánov, en el que se condenaba todo el arte que se apartaba del realismo socialista. La música de Prokófiev (y de otros muchos) fue tildada de cacofónica. Sergéi tuvo que prometer que se volvería más lírico y que haría una música «para el pueblo». Ese mismo año, su mujer es acusada de espionaje y se la condena a pasar veinte años en un campo de trabajo. Fueron malos tiempos para la creación y para Prokófiev. Pero él sigue componiendo y luchando cotra la censura. A pesar de todo, recibió el premio Stalin en 1952.
El 5 de marzo de 1953 murieron Stalin y Prokófiev-como si se hubieran pues de acuerdo-, dos personalidades fundamentales en la historia de Rusia. Lina, que ya llevaba cinco años de trabajos forzados, fue liberada, se reconoció su inocencia y se le proporcionó un pensión de viudedad. ¡Qué cosas!
La obra de Prokófiev es inmensa, pero aquí queremos destacar una obrita didáctica: Pedro y el lobo, en la que un narrador va contando el cuento y dando paso a los diferentes instrumentos de la orquesta que se encargan de representar a cada uno de los personajes y de añadir los efectos especiales. Es una obra deliciosa con la que se aprende mucho.
Para aquellos que tienen neuronas aventureras y despiertas, dejamos un enlace:
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