domingo, 19 de diciembre de 2010

HOMENAJE A MIGUEL HERNÁNDEZ / PARA LA LIBERTAD

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Seguimos con nuestro homenaje musical a Miguel Hernández. Hoy toca otro clásico: "Para la libertad", fragmento del poema de Miguel Hernández "El herido", al que puso música, nada menos que en 1972, Joan Manuel Serrat, el incombustible. Su disco (de aquellos de vinilo) Miguel Hernández significó para muchos jóvenes de entonces su primer contacto con el poeta de Orihuela.

Era poesía de guerra, llena de coraje, todavía no invadida por la tristeza.

En aquellos años finales de la dictadura, esta canción estaba llena de connotaciones y de ilusiones. Hoy son otros tiempos, pero sigue mereciendo la pena escucharla y vivirla.

Tenemos diferentes versiones, más antiguas y más modernas, pero hemos elegido ésta de una actuación televisiva de 1987, en la que comparte la canción con otro incombustible: Miguel Ríos.

EL HERIDO

Para el muro de un hospital de sangre

I

Por los campos luchados se extienden los heridos.
Y de aquella extensión de cuerpos luchadores
salta un trigal de chorros calientes, extendidos
en roncos surtidores.

La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo.
Y las heridas suenan, igual que caracolas,
cuando hay en las heridas celeridad de vuelo,
esencia de las olas.

La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega.
La bodega del mar, del vino bravo, estalla
allí donde el herido palpitante se anega,
y florece, y se halla.

Herido estoy, miradme: necesito más vidas.
La que contengo es poca para el gran cometido
de sangre que quisiera perder por las heridas.
Decid quién no fue herido.

Mi vida es una herida de juventud dichosa.
¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás se siente
herido por la vida, ni en la vida reposa
herido alegremente!

Si hasta a los hospitales se va con alegría,
se convierten en huertos de heridas entreabiertas,
de adelfos florecidos ante la cirugía.
de ensangrentadas puertas.

II

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.

Miguel Hernández

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