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Desde hace dieciséis años se repite esta escena: cientos de ovejas se pasean con sus pastores por el centro de Madrid. Aunque parezca mentira, la calle Alcalá sigue siendo una cañada real; es decir, una vía de paso del ganado. Explicar eso supone remontarse muy atrás en el tiempo.
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En 1273 el rey Alfonso X concedió al Concejo de la Mesta de los Pastores el privilegio de que pudieran moverse libremente con sus rebaños, a cambio, tenía que entregar cinco ovejas de cada mil a la Corona. Durante siglos, millones de ovejas transitaron anualmente entre las montañas del norte y los valles del sur de la Península. Los caminos de paso se denominaban cañadas reales y nada ni nadie podía impedir que por allí pasasen los rebaños.
En 1273 el rey Alfonso X concedió al Concejo de la Mesta de los Pastores el privilegio de que pudieran moverse libremente con sus rebaños, a cambio, tenía que entregar cinco ovejas de cada mil a la Corona. Durante siglos, millones de ovejas transitaron anualmente entre las montañas del norte y los valles del sur de la Península. Los caminos de paso se denominaban cañadas reales y nada ni nadie podía impedir que por allí pasasen los rebaños.
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Pues bien, lo que hoy es la calle Alcalá era y es una cañada real, y hasta hace relativamente poco, era normal ver pasar por esa calle a las ovejas que en otoño y en primavera regresaban o se dirigían a Extremadura. Lo cuenta el escritor Corpus Barga (1887-1975) en su deliciosa obra Los pasos contados (obra excelentemente escrita e imprescindible para conocer la vida cotidiana del Madrid entre los siglos XIX y XX): los pastores, los perros, las ovejas, la gente que los contemplaba, las mozas de fortuna, las pulgas de un Madrid que no había dejado de ser un poblachón manchego, mezclándose con las garrapatas agrestes.
Pues bien, lo que hoy es la calle Alcalá era y es una cañada real, y hasta hace relativamente poco, era normal ver pasar por esa calle a las ovejas que en otoño y en primavera regresaban o se dirigían a Extremadura. Lo cuenta el escritor Corpus Barga (1887-1975) en su deliciosa obra Los pasos contados (obra excelentemente escrita e imprescindible para conocer la vida cotidiana del Madrid entre los siglos XIX y XX): los pastores, los perros, las ovejas, la gente que los contemplaba, las mozas de fortuna, las pulgas de un Madrid que no había dejado de ser un poblachón manchego, mezclándose con las garrapatas agrestes.
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El acto que se ha celebrado hoy tiene una carácter festivo y pintoresco: se pretende recrear las tradiciones y las constumbres pastoriles; pero también es un acto reivindicativo: a pesar de los tiempos cibernéticos que vivimos, las ovejas siguen siendo ovejas, y un millón de ellas siguen yendo de acá para allá, aunque las vías pecuarias (cañadas) sufren infinitos atentados: convertidas en carreteras, atravesadas por autopistas, inundadas por urbanizaciones de adosados o poblados chabolistas...
El acto que se ha celebrado hoy tiene una carácter festivo y pintoresco: se pretende recrear las tradiciones y las constumbres pastoriles; pero también es un acto reivindicativo: a pesar de los tiempos cibernéticos que vivimos, las ovejas siguen siendo ovejas, y un millón de ellas siguen yendo de acá para allá, aunque las vías pecuarias (cañadas) sufren infinitos atentados: convertidas en carreteras, atravesadas por autopistas, inundadas por urbanizaciones de adosados o poblados chabolistas...
Además, este año quiere ser también un homenaje a la mujer rural, ese portento de la naturaleza.
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El presidente de Trashumancia y Naturaleza, una de las organizaciones que promueve este pintoresco acto, ha defendido el valor ecológico de la trashumancia y ha solicitado la protección de las cañadas reales, o lo que queda de ellas.
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En fin, para terminar, aquí tenéis esta canción popular que viene que ni pintiparada
Ya se van los pastores
a la Extremadura.
Ya se van los pastores
a la Extremadura.
Ya se queda la sierra
triste y oscura.
Ya se queda la sierra
triste y oscura.
Ya se van los pastores
hacia la majada.
Ya se van los pastores
hacia la majada.
Ya se queda la sierra
triste y callada.
Ya se queda la sierra
triste y callada.
Ya se van los pastores,
ya se van marchando.
Ya se van los pastores,
ya se van marchando.
Más de cuatro zagalas
quedan llorando.
Más de cuatro zagalas
quedan llorando.
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En fin, para terminar, aquí tenéis esta canción popular que viene que ni pintiparada
Ya se van los pastores
a la Extremadura.
Ya se van los pastores
a la Extremadura.
Ya se queda la sierra
triste y oscura.
Ya se queda la sierra
triste y oscura.
Ya se van los pastores
hacia la majada.
Ya se van los pastores
hacia la majada.
Ya se queda la sierra
triste y callada.
Ya se queda la sierra
triste y callada.
Ya se van los pastores,
ya se van marchando.
Ya se van los pastores,
ya se van marchando.
Más de cuatro zagalas
quedan llorando.
Más de cuatro zagalas
quedan llorando.
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Estas ovejas han venido de Extremadura y mañana seguirán su camino hacia Soria ("Soria pura, cabeza de Extremadura", que decía Machado -otra cita literaria-). Aquí nos han dejado el sabor del agro que Madrid sigue teniendo en sus entrañas. No olvidemos que Cibeles es diosa de la agricultura y que el patrón de Madrid es un labrador. Les deseamos un feliz viaje.
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bonitas fotos bonito reportaje
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