Este señor mayor, gordito y calvo es -o mejor, era, pues falleció en 1990- Dámaso Alonso, que nació un 3 de octubre de 1898. No os dejéis engañar por su aspecto: perteneció a aquella Generación del 27 que hizo brillar la poesía española con fulgores de plata. Fue uno de aquellos jóvenes poetas provocadores y geniales que compartieron experiencias literarias y juergas. Cuentan que sus jaranas, al joven Dámaso le gustaba hacer sus necesidades en el muro de la Real Academia de la Lengua, ante las risas de sus compañeros, y como muestra del desprecio que sentía hacia la cultura "oficial" de la época. Años más tarde, fue nombrado académico y después director de la egregia institución (así es la vida).
Aunque perteneció a la Generación del 27, su mejor poesía pertenece a los años cuarenta. Mítica fue su obra Hijos de la ira (1944), que abrió un nuevo camino para la poesía española: el camino de la poesía "desarraigada", una poesía existencialista que nos ofrece una mirada horrorizada del mundo. Mítico es este poema:
Insomnio
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según
las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho
en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros,
o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un
perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente
de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios,
preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad
de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el
mundo.
Dime ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?
Él no salió de España tras la Guerra Civil. Se quedó y, para poder dar clases en la Universidad, se vio obligado a firmar una carta de adhesión al régimen. No lo llevó muy bien. En una reunión de escritores, la poetisa Ángela Figuera le afeó el hecho de haber permanecido cómodamente en España mientras que la mayoría de sus compañeros de generación eligieron el exilio. Dámaso -el pacífico Dámaso-, preso de la ira, se avanzó sobre ella y le dio un par de tortas. Los presentes tuvieron que contenerlo.
Quienes lo conocieron en sus últimos años de magisterio universitario lo recuerdan con cariño y agradecimiento, y cuentan que era muy tacaño, que cuando se hacían colectas clandestinas para ayudar a los presos políticos él siempre participaba, pero antes tenía que enterarse de la cantidad que habían dado sus compañeros; cantidad que siempre le parecía desorbitada, pero que igualaba a regañadienes. También cuentan que le encantaba que le invitaran a comer, y que se traía a su señora para ahorrarse así dos comidas.
¿Malas lenguas? No, un hombre, con sus debilidades y sus genialidades, que fueron muchas. Baste aquí recordar sus estudios sobre estilística, sobre San Juan de la Cruz, sobre Góngora, Garcilaso, Lope o el Romancero. Son joyas de erudición y están tan magistralmente escritas que es una delicia leerlas.
Para homenajearlo como se merece, os proponemos que veais el documental El deseo y la realidad. Imágenes y palabras de los poetas del 27 que ofrece el canal televisivo del Instituto Cervantes. Podéis acceder a él en el enlace que encontraréis más abajo. Es un magnífico documento sobre aquellos jóvenes poetas de esa generación ya mítica. Aparecen imágenes inéditas, se escuchan sus voces... Nos ha parecido tan interesante que hemos decidido compartirlo con vosotros, precidamente hoy, cuando recordamos a Dámaso Alonso.
Creemos que puede ser muy enriquecedor para los alumnos de 4º de la ESO y de 2º de Bachillerato (también para todos los curiosillos). Es un poco largo y el sonido no es muy bueno (se escucha mejor con auriculares), pero merece la pena.
http://www.cervantestv.es/documentales/video_documental_deseo_realidad.htm#
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