martes, 14 de julio de 2009

TU OPINIÓN CUENTA

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Continuamos con los textos expositivos de las alumnas de 4º A


LA EXPLOTACIÓN INFANTIL



La explotación infantil es un fenómeno que sigue y seguirá existiendo si todos no hacemos algo para resolverlo, en el cual, los niños, sobre todo de los países en vías de desarrollo, son explotados aprovechando las pésimas condiciones económicas y sociales en que se encuentran. Hay numerosos casos en los países del tercer mundo en los que los niños cobran hasta diez veces menos que un adulto con jornadas de más de doce horas diarias. Los niños que sufren esta situación acceden al trabajo en muchos casos por la desesperación de sus progenitores, ya que el dinero que los niños aportan, por mínimo que sea, ayudará en algo a la familia.

La explotación infantil viola el derecho que tienen a jugar, a divertirse, a tener una infancia sin preocupaciones. La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que los niños tienen derecho a la educación y a un nivel de vida adecuados. Pero, a pesar de todo, la explotación infantil sigue existiendo en muchos países.

La solución a este problema no es prohibir la explotación, ya que verdaderamente no serviría para nada, a no ser que esa medida vaya acompañada de otras encaminadas a solucionar el problema de raíz. Es necesario que se produzcan cambios radicales en la sociedad, ya que sólo eso hará posible su desaparición.

Todos debemos colaborar para que los niños puedan gozar de sus derechos más elementales. Habría que proporcionar y reforzar la educación universal obligatoria, propiciar el desarrollo económico de estos países, condonarles la deuda, exigir una administración de los bienes alejados de la corrupción. Por ejemplo, se podría aportar dinero a estos países de forma indirecta: construyendo escuelas, aportando dinero para maestros, subvencionando a las familias para que puedan prescindir del aporte económico de los niños.


Por otro lado, hay muchos niños que son explotados fabricando productos para los países ricos ya que son mano de obra barata, y cuando los compramos no nos paramos a pensar ni nos importa quién los ha fabricado, ni cómo. De esta manera todos contribuimos a que la explotación infantil siga existiendo.

Está claro que la explotación infantil nos concierne a todos, no es sólo el problema de los países en los que se da; todos debemos verdaderamente concienciarnos y no ser hipócritas.

Andrea Cabezas, 4º A

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