lunes, 23 de febrero de 2009

POESÍA PARA EL CARNAVAL

Ya está aquí el carnaval, esa antigua fiesta en la que se mezcla lo religioso y lo pagano.

Esta fiesta tiene un origen cristiano, aunque muchos antropólogos encuentran en ella restos de antiguas fiestas paganas del mundo clásico o concomitancias con las de otras culturas, siempre relacionadas con la celebración del fin del invierno.
Parece ser que el carnaval comenzó a celebrarse en la Italia de la Edad Media, y desde allí se difundió por toda Europa. Posteriormente, tras el descubrimiento de América, se exportó su celebración al Nuevo Mundo.

En su origen se trataba de una fiesta de transgresión antes de comenzar la Cuaresma. Ésta era el periodo de cuarenta días anteriores a la Semana Santa en el que los cristianos debían abstenerse de comer carne, rezar, meditar, purificarse... Antes de meterse en esas estrecheces, les estaba permitido dedicar unos días a la alegría, al júbilo y a los excesos, lo cual no estaba nada mal en una sociedad tan encorsetada por la religión.

Hoy en día, el carnaval ha perdido ese carácter, sobre todo porque ya nos quedan pocas transgresiones: ahora es sólo una fiesta que nos permite convertirnos en otros, dar rienda suelta a la imaginación y a la risa.

En fin, divertíos todo lo que podáis. Aquí os dejamos un bello poema dedicado al carnaval, escrito por Rubén Darío (1867-1916), el gran poeta modernista nicaragüense y del mundo.

Canción de Carnaval

Musa, la máscara apresta,
ensaya un aire jovial
y goza y ríe en la fiesta
del Carnaval.

Ríe en la danza que gira,
muestra la pierna rosada,
y suene, como una lira,
tu carcajada.

Para volar más ligera
ponte dos hojas de rosa,
como hace tu compañera
la mariposa.

Y que en tu boca risueña,
que se une al alegre coro,
deje la abeja porteña
su miel de oro.

Únete a la mascarada,
y mientras muequea un clown
con la faz pintarrajeada
como Frank Brown;

mientras Arlequín revela
que al prisma sus tintes roba
y aparece Pulchinela
con su joroba,

di a Colombina la bella
lo que de ella pienso yo,
y descorcha una botella
para Pierrot.

Que él te cuente cómo rima
sus amores con la Luna
y te haga un poema en una
pantomima.

Da al aire la serenata,
toca el auro bandolín,
lleva un látigo de plata
para el spleen.

Sé lírica y sé bizarra;
con la cítara sé griega;
o gaucha, con la guitarra
de Santos Vega.

Mueve tu espléndido torso
por las calles pintorescas,
y juega y adorna el Corso
con rosas frescas.

De perlas riega un tesoro
de Andrade en el regio nido,
y en la hopalanda de Guido,
polvo de oro.

Penas y duelos olvida,
canta deleites y amores;
busca la flor de las flores
por Florida.

Con la armonía te encantas
de las rimas de cristal,
y deshojas a sus plantas,
un madrigal.

Piruetea, baila, inspira
versos locos y joviales;
celebre la alegre lira
los carnavales.

Sus gritos y sus canciones,
sus comparsas y sus trajes,
sus perlas, tintes y encajes
y pompones.

Y lleve la rauda brisa,
sonora, argentina, fresca,
¡la victoria de tu risa
funambulesca!

Rubén Darío


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