¿Cómo hablar sin saber?
“¿Sin saber? Pero…¡si tú eres la experta!, son tan sólo unas líneas sobre la obra de tu compañera, es para la revista del instituto. Tan sólo tendrás que dedicarle cinco minutos.”
¡Dios mío! ¡La experta!
Miro su obra y en la dedicatoria “Por y gracias a mi madre. Para ella” “Por y… para ella” podría ser un buen título, pienso tres o cuatro párrafos más adelante.
¿Cómo contar sin saber? Sigo con la mirada cada una de sus obras…color, ritmo, textura, ¡nunca me gustó hablar de todo esto! ¡No! Me niego ¿Pero…cuándo nos daremos cuenta de que detrás de todo esto hay algo más?
¿Qué quieres decir?
¡Si apenas la conozco!
Y… ¿qué tendrá eso que ver?
A mí me sucede lo mismo, soy incapaz de hablar de mi obra, al menos no si tengo que ser del todo franca. Una no tiene la misma confianza con todo el mundo ¿no? - Comenta Nerea en su imaginación cuando sorprendida ve uno de sus catálogos en la sala de profesores y… profesoras (perdón, es difícil desperdiciar cualquier oportunidad para construir un mundo. “Por y…para ella, quiero decir, Por y para la igualdad”). ¡Pero Ana! Ya te estas rallando ¿Quieres seguir con lo que estabas haciendo?
Pero… ¡si soy yo! - grita Nerea al ver su catálogo sobre la mesa de la sala del profesorado…¡la sala del profesorado! ¡Claro! ¡Pero cómo he estado tan ciega! de este modo quedamos incluidos todos y todas ¿no? Sabes que estos comentarios pueden traerte problemas, se enfada mi conciencia. Bueno -respondo- y no haberlos hecho antes me los ha traído toda la vida y bien calladita que estabas entonces. Las 14:35. Tal vez después de comer todo sea menos confuso.
Lo siento, le digo a mi estómago, ahora todo esto me parece más importante.
Recuerdo que hace tiempo alguien me preguntó ¿te gustan los bebés? No supe que contestar. La verdad, que cuando veo alguno por la calle no se me va la mirada y si me presentan al hijo o hija de alguna compañera o compañero me siento tremendamente ridícula porque no sé bien qué hacer. Qué mono, termino diciendo mientras se forma un grupo de gente alrededor que no deja de gritar o de hacer muecas al pobre bebé. Y entonces para mitigar el ridículo me digo...Pero si no lo conoces. Y ahora, para escribir sobre tu obra, es cuando quiero hacerte mía. ¡No! ¡Por Dios! No seas mal pensada. Acuérdate de aquel artista…¿Cómo se llamaba? - la experta se olvida de aquel, que en un tiempo le perteneció, le estremeció con su obra, con su idea - ¡Ah sí! Pérez Villalta, Guillermo, Guillermo Pérez Villalta.-Aquel que le hizo entender que detrás de todo esto siempre hay algo más, que además de colores y formas dispuestos en un determinado orden, hay un QUÉ independiente a la realización de la obra, una comunicación o un, como decía Nerea al mostrarme su dossier, “dejarme llevar”. Una artista que al mostrar su obra grita “ese o esa soy yo” Y en el momento en el que aprendamos a ir más allá de los colores…haremos no sólo que tu obra “sea” sino que nosotros y nosotras mismas nos conozcamos un poquito mejor al verte como reflejo de lo que somos o dejamos de ser. Y si alguien, desde su ignorancia, es capaz de decir “y esto para qué”, o “muy bonito, pero a mi no me dice nada” es porque, por muy experto que pueda ser en otros campos, no sabe apreciar la belleza, tu belleza, olvidándose de que el problema no está fuera, en el arte, o en ti, sino en una mirada torpe, una torpeza que tal vez le impida romper a llorar por no poder decir “Mi lazo es fuerte” y así, de ese modo, poder contar sin contar.
Ana Cano
No hay comentarios:
Publicar un comentario